Óscar Salguero, un nadador disciplinado y perfeccionista

A sus 23 años el español posee la triple corona en 100 braza SB8: campeón paralímpico, mundial y europeo. En los Juegos de Tokio peleará por repetir el oro de hace cinco años.

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Óscar Salguero ha sido campeón paralímpico, del mundo y de Europa en 100 braza SB8. Fuente: CPE

Óscar Salguero aún nota ese cosquilleo en el estómago cuando visualiza la carrera que le hizo alcanzar la cúspide en los Juegos Paralímpicos de Río 2016. Con aquel rostro imberbe aparentaba ingenuidad, pero en el agua se mostró indómito para llevarse el oro en su advenimiento en la élite. En un lustro se ha convertido en una referencia de la natación y parece no tener límites. A sus 23 años puede presumir de poseer la triple corona: campeón paralímpico, mundial y europeo en los 100 metros braza SB8. Pero este bracista disciplinado, metódico y aplicado, ansía más y va a por el oro en los Juegos de Tokio.

Esa ambición y determinación comenzó a cultivarlas de niño, cuando a su madre le costaba trabajo sacarlo del mar y de la piscina. “De siempre me ha encantado estar en el agua, por eso a los dos años ya me apuntaron a un cursillo de natación”, recuerda. Salguero, que nació sin parte del brazo derecho, practicó fútbol, kárate y atletismo. También probó waterpolo, aunque no pudo entrar en el equipo de su municipio, Sabadell. “La prueba me salió perfecta, no había motivos para dejarme fuera, no me aceptaron por mi discapacidad. Regresé a la natación y el tiempo me ha dado la razón. Me alegro de aquella decisión ya que de lo contrario no sería la persona de hoy en día”, apunta.

El deportista ha sorteado con optimismo y constancia cualquier piedra con la que se ha topado por el camino, nada frena su ardor y sus ganas de comerse el mundo. “Mis padres nunca me sobreprotegieron porque me faltase un brazo, he tenido autonomía, me sentía capaz de hacer lo mismo que el resto, aunque me esforzase o tardase más, me las he apañado solo”, asevera este estudiante de cuarto de Medicina. “Incluso ahora hay quienes me siguen poniendo obstáculos y me dicen que no podré ejercer de médico. Pero solo pienso y actúo, haré siempre lo que me apetezca. Es una carrera que me apasiona y espero en un futuro dedicarme a ello, quiero demostrar que también puedo ayudar a las personas”, zanja.

Para proseguir con su meteórica progresión se instaló en el CAR de San Cugat (Barcelona), guiado por la sabiduría de Jaume Marcé. “Es talentoso, trabajador y con un nivel de sacrificio alto. Tiene mucho margen de mejora, es muy joven, ya ha sido campeón paralímpico y en Tokio esperamos que demuestre su mejor versión”, explica el técnico catalán. “Soy muy competitivo y autoexigente, me pongo objetivos diarios y si nos los consigo me frustro mucho, me gusta superarme cada día. Cualquier cosa que me salga mal en un entreno, al día siguiente lo estoy cambiando. Soy cuadriculado y trato de tenerlo todo controlado”, añade el nadador barcelonés.

Vive a tanta velocidad como nada. Su despertador suena a las 6.30, amanece nadando, después acude a clase, come, regresa a la piscina y vuelve a coger los libros para estudiar antes de dormir. Lo normal es que acabe estragado de tanta rutina, pero trata de sacarle el lado positivo: “Lo más difícil es renunciar a cosas que hace la gente de mi edad. Pero para mí no es duro porque elegí llevar esta vida, soy feliz con lo que hago. Si quieres conseguir éxitos hay que perseguirlos y para ello hay que sacrificarse”.

Con su cincelada musculatura y rápidas frecuencias de brazadas ganó el oro en los Juegos de Río 2016, en el Mundial de México 2017 y en el Europeo de Dublín 2018. “Trabajé mucho para lograrlo, eso me sirve de inspiración para nunca relajarme y aspirar a más”, matiza. El oro en Tokio es motivo de renovadas ilusiones y nervios, afronta sus segundos Juegos Paralímpicos con más madurez. “En Río era bastante joven, muy inocente y no los disfruté del todo, no supe controlar la situación, tenía presión y no era consciente del escenario en el que estaba. Sin esos Juegos quizás no habría llegado tan lejos”, afirma.

En las dos últimas grandes citas, el Mundial de Londres 2019 y el Europeo de Funchal de este año, se llevó la plata, viéndose superado por el ruso Andrei Kalina, el rival a batir en el 100 braza. “Está siendo una temporada buena, gané la plata lejos del ruso, al que no le aparto la mirada, sé que es difícil, pero se le puede batir, voy por el buen camino para hacer un gran papel. Acudo a Japón con otra mentalidad, me veo fuerte y me he preparado mejor que nunca. Voy a darlo todo en mi prueba, soy ambicioso y voy a por él. Mi objetivo es ganarle, cada día he entrenado para superarle, jamás tiraré la toalla. Pero tampoco tengo asegurado el podio, habrá que pelear y demostrar lo que valgo”, finaliza Salguero, un nadador con tremendo nervio competitivo.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Óscar Salguero

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