Ondean sus caderas y sus largas piernas agitan el agua. A su paso, la estela de espuma blanca contrasta con el azul de la piscina. Lleva casi dos décadas engullendo kilómetros con determinación, corazón y perseverancia, valores que le han granjeado un palmarés envidiable. Ella es Sarai Gascón, una dama del cloro que batalla con brazadas de superación. Una deportista irrepetible, con carácter, calidad y solvencia que suma éxitos con trabajo y sudor. Pese a las vicisitudes, cada día se mantiene en la autoexigencia y a sus 28 años afronta un nuevo desafío, los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Muchos años lleva en la cresta de la ola esta versátil nadadora, un ejemplo para generaciones venideras. Lleva en la sangre el espíritu deportivo, algo tuvo que ver el nacer en Terrassa (Barcelona), la ciudad más olímpica del mundo, y en 1992, un año mágico para el deporte español. Vino al mundo sin parte de su brazo izquierdo, pero eso jamás supuso un obstáculo para alcanzar cotas altas, es imparable cuando se fija un reto. Empezó en cursillos de natación con apenas tres años y poco a poco fue demostrando que el medio acuático se le daba de maravilla.
Los entrenamientos dejaron de ser solo mera diversión cuando un entrenador se percató de que tenía madera y la reclutó para el Club de Natación de Terrassa con nueve años. “Mis padres hacían grandes esfuerzos para llevarme a la piscina a las seis de la mañana, entrenaba antes de ir al colegio y volvía de nuevo tras las clases. Gracias a ellos he llegado tan lejos”, comenta. En su primer Campeonato de España subió al podio siendo infantil y en 2006, con 14 años, derribó la puerta a lo grande tras proclamarse campeona del mundo en 100 metros braza en Durban (Sudáfrica). Aquello fue un augurio de lo que le depararía el futuro.
En 2008 cumplió otro sueño, acudir a unos Juegos Paralímpicos. En el ‘Cubo de Agua’ de Pekín conquistó su medalla más especial, la plata en 100 braza. “Esas medallas son las que supusieron un antes y un después en mi carrera como nadadora. Cuando tengo momentos de bajón echo la vista a atrás y pienso en todo lo que he sacrificado y esforzado día tras día, en el objetivo que tengo, y eso es lo que me da fuerza para seguir adelante. De aquella Sarai queda mi esencia, sigo siendo una chica sencilla, emocional, competitiva, perseverante y con la ambición de luchar por lo que me propongo en cualquier ámbito de mi vida”, expresa.
Lo difícil no era llegar a la cima, como ella hizo siendo tan imberbe, sino mantenerse en la élite tantos años y con resultados espectaculares. “Soy de las más mayores y mis rivales cada vez son más jóvenes. Aun así, en cada competición sigo dando caña y no será tan fácil retirarme, no me doy por vencida. Después de Río 2016, donde alcancé mi cúspide deportiva, no sabía si iba a llegar hasta Tokio, pero finalmente puedo decir que voy a participar en mis cuartos Juegos Paralímpicos. Cada temporada me propongo uno o varios objetivos a corto y medio plazo, y voy a por ellos. Este año ha sido complicado, pero aprendí a ser resiliente, a adaptarme y a sacar lo mejor de mí”, explica Gascón.
La egarense, que se quedó sin entrenador en marzo, tuvo que reengancharse al grupo que dirige Jaume Marcé -con quien ya estuvo varios años- en el CAR de San Cugat para encarar los dos objetivos del curso. El primero lo solventó con sobresaliente tras colgarse siete medallas en el Europeo de Funchal (Portugal), con tres oros en 100 braza, 100 libre y 4×100 estilos, dos platas en 100 mariposa y en 50 libre y dos bronces en 200 estilos y 4×100 libre). “Los buenos resultados siempre ayudan a confiar más en uno mismo, pero en el deporte no hay nada seguro y sé que competir en unos Juegos siempre está un nivel por encima. Estoy contenta por las marcas realizadas, sobre todo, en la prueba de 100 libre”, aclara.
Y todo ello exprimiendo al máximo cada jornada, compaginando las sesiones en la piscina con las horas entre libros y prácticas curriculares en un centro escolar para acabar su carrera de Educación Infantil. “Todo esfuerzo tiene su recompensa y ya puedo decir que soy maestra, no puedo estar más orgullosa. Esta profesión me encanta desde niña, cuando veía a mi madre organizando actividades para la escuela yo sabía que de grande también quería serlo. He descubierto que me apasiona aún más, poder ayudarlos y acompañarlos en el proceso de enseñanza y aprendizaje es maravilloso”, añade.
En la capital tokiota, la catalana confía en engordar un palmarés en el que luce seis preseas paralímpicas (cinco platas y un bronce), 17 metales mundiales y 36 europeos. Su padre, Emilio Gascón, presume de todas ellas en la pared de casa. Aunque le tiene reservado un hueco a una, la más deseada, esa que se consigue subiendo al ático del podio en unos Juegos. En Japón nadará cuatro pruebas individuales (100 braza, 100 libre, 100 mariposa y 200 estilos) y el relevo 4×100 estilos.
“Tengo buenas sensaciones porque estoy entrenando muy bien. Sé que la competición será dura, no tengo las mismas opciones de conseguir medalla que en Río 2016, pero voy a intentarlo hasta el final. Mis posibilidades están en el 100 libre y en el relevo. En unos Juegos siempre puede pasar de todo, me gustaría decir que puedo pelear por el oro, pero está muy complicado. Voy a competir lo mejor que pueda, igual que en todos los entrenos doy el máximo de mí”, apostilla Sarai Gascón, una deportista acostumbrada a que la desafíen para alcanzar el éxito, una guerrera acuática que siempre lucha hasta el último aliento.