Sin amor nada vale

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Yunidis Castillo

almamater.cu / Coto Wong – Sin amor nada tiene sentido, es lo que me digo todas las mañanas al levantarme y ver los colores del día. Porque en la vida uno puede tener momentos malos, pero hay que saber sobreponerse para seguir adelante.

Recuerdo los días siguientes del accidente de tránsito donde perdí mi brazo derecho. Nunca imaginé algo así en un momento en que tenía tantos sueños y esperanzas dándome vueltas en la cabeza. Pero todo fue interrumpido abruptamente: el ómnibus donde viajaba se volcó y ahora soy una persona discapacitada.  Fue  desgarrador.

El judo era mi gran pasión. En esa época despuntaba como una de las mejores de mi área y soñaba con verme incluida en las delegaciones deportivas cubanas a eventos internacionales…

El deporte en la sangre
Algo cambió en mí. Tomar conciencia de ello no resultó fácil, pero tenía el deporte en la sangre y no me iba a quedar en mi casa sin hacer nada.

Antes del judo hice algunas cosas en el atletismo, pero después del accidente regresé al campo y la pista porque mi categoría, los 25 kilogramos, no estaba contemplada en el deporte para atletas con discapacidad. Resultó un proceso doloroso, pues tenía una relación muy íntima con el judo.

En el año 2000 ocurrió mi primera participación en campeonatos nacionales y ese mismo año sucedió mi estreno internacional en los Juegos Parapanamericanos de Buenos Aires, Argentina, donde obtuve oro en los 200 metros y en salto de longitud, mis dos pruebas favoritas.

Assen-2006 El gran salto a lo máximo
Después acudí al Campeonato Mundial de Atletismo del Comité Paralímpico Internacional (IPC, por sus siglas en inglés) en Assen, Holanda- 2006, donde me agencié dos medallas de oro en 100 y 200, con topes universales de 12, 45 y 25,17 segundos, respectivamente.

Un año más tarde concurrí a los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro-2007 y allí sumé otros dos récords mundiales: 12,16 en 100 y 24,93 en 200.

La cifra la elevé a seis en los Juegos Paralímpicos de Beijing-2008 donde igualmente registré otras dos plusmarcas planetarias para sacarme la espina que me había clavado en los Juegos Paralímpicos de Atenas-2004.

Madurez atlética
En la capital china logré la mayor de mis alegrías con esas dos medallas de oro en el hectómetro y el doble hectómetro y rompí mis propias cotas mundiales logradas en la bella ciudad carioca con 12,04 segundos en los 100 y 24,72 en los 200.

Este año 2011, en Nueva Zelanda, durante el Campeonato Mundial de Christchurch, gané el oro en los 200 metros (24,86 segundos, nuevo tope en este tipo de competencias), y repetí el mismo color de la medalla en los 100 (12,20).

La vida comenzaba a darme lo que me había quitado.

La intimidad de una estrella
Nací el día 6 de junio de 1987. Soy la más pequeña de cuatro hermanos. Me gusta ser práctica y moderna. Creo en la amistad porque cultivo a los amigos como el jardinero a su rosal.

Bailo reguetón, algo de casino, pero mi inclinación es por el primero, porque es una explosión que tiene mucho que ver con lo que hago. Mi orquesta preferida es Puppy y los que son son y Haila es mi cantante favorita.

Llevo siempre conmigo un libro cuando viajo. El placer de leer no es comparable con nada. Siento especial predilección por los filmes de acción.

Después de un largo viaje me gusta que mi mamá ponga en la mesa congrí con carne de cerdo asada o en fricasé, y yuca con mojo. ¡¡¡Es una delicia!!! Mi  peso no sobrepasa los 48 kilogramos y mido un metro 63 centímetros.

Pertenezco a la Asociación Cubana de Limitados Físico-motores (ACLIFIM) y estoy incluida en la clasificación de discapacidad T-46, que quiere decir amputado (a) de un miembro superior.

¿Mi nombre?…, pues me llamo Yunidis Castillo Castillo.

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