Miriam Martínez Rico (Alcoy, 1990). Atletismo. Campeona de Europa en lanzamiento de peso F36. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de unos Juegos?
Barcelona’92, tengo una foto en la que aparezco sentada encima de mi padre viendo los Juegos. Como era mediofondista, veíamos siempre las pruebas que él disputaba.
¿Qué cosas no pueden faltar en su maleta cuando viaja para competir?
Soy muy maniática de los olores y siempre llevo dos tarros de colonia por si una se me rompe. Y también tapones para los oídos porque me molestan los ruidos -ríe-.
Completa la frase. Si gana una medalla en Tokio…
Supondría cargar la batería de vida y devolvérsela a mi familia, que ha estado a mi lado desde el primer momento en el que surgió mi enfermedad.
¿Qué apuesta estaría dispuesta a hacer por ganar una medalla?
Lo que hago a diario con el deporte ya es una locura porque voy en contra de lo que me aconsejan los médicos. No hay mayor apuesta que intentar llegar a unos Juegos pese a mi situación.
¿Un momento imborrable en su carrera?
El oro en el Campeonato de Europa en Polonia este año, por lo que costó estar allí por el brote de la enfermedad y la lesión de cadera, fue una carrera a contrarreloj.
¿Alguna manía antes de salir a competir?
Visualizo cómo me quiero sentir en el lanzamiento y me repito a mí misma que tengo que disfrutar. También trato de estar apartada de todo para centrarme. Y otra manía es tocarme las prótesis de la pierna y de la mano izquierda, las abro y las cierro varias veces.
Un defecto y una virtud.
La frustración, la autoexigencia y el machaque personal son mis defectos. Como virtud, el pundonor, las ganas y la pasión que le pongo a todo.
Una frase o lema.
Carpe Diem.
De no haber practicado atletismo, ¿qué deporte le habría gustado hacer?
El fútbol es mi pasión, pero tengo una espinita con las pruebas de velocidad en atletismo.
¿A qué personaje retaría en su deporte?
A Kilian Jornet.
¿Qué fotos decoraban su habitación cuando era pequeña?
Fotos mías, de mi hermana y de mis padres haciendo deporte. Y todavía tengo una mía con tres años, rodeada por mi familia y levantando el primer trofeo que gané en fútbol sala.
Cuando era niña, ¿con qué soñaba ser de adulta?
Con ser futbolista y piloto de aviones.
Algo que aún no haya hecho y que le gustaría hacer.
Recorrer medio mundo en una furgoneta o caravana.
Si fuese presidenta del Gobierno, ¿qué cosas haría o cambiaría?
Pondría en alza los valores del deporte como terapia y medicina, algo que se está dejando de lado. Y protegería más a las personas con discapacidad, veo que desde la cúspide no se valora a este sector como se merece, aún hay mucha discriminación.
Si pudiera cenar con cualquier personaje, ¿a quién elegiría?
A Kilian Jornet, me encantaría saber qué pasa por su cabeza para que haga esas locuras, es una persona extraordinaria.
¿Cuál es su forma de desconectar?
Cuando me pierdo en la montaña, en la naturaleza. Los Pirineos son mi lugar favorito en el mundo.
¿Qué alimento nunca falta en su nevera o despensa?
Tengo vicio con el cuscús y la quinoa y soy adicta a las gyozas, las empanadillas japonesas. Aunque mi plato preferido puchero con arroz de mi madre -ríe-.
¿En qué tarea doméstica podría aspirar a medalla?
En el orden, soy una persona tan ordenada que llega a ser una obsesión.
¿Qué suele ver en televisión?
Me encantan los documentales de naturaleza y las series de thriller y suspense.
Una canción que le motive.
‘La mujer de verde’, de Izal y ‘Tantos bailes’, de Marta Soto, dos canciones que escuchaba en bucle cuando estaba en el hospital.
Reportaje. Miriam Martínez, una indómita ‘leona’ en el círculo de lanzamiento