Teresa Perales no se rinde: «Soy peleona y haré lo indecible por llegar a París 2024»

La aragonesa sigue nadando con un solo brazo tras pasar por el quirófano en mayo por una luxación de hombro que le está dando más guerra de la esperada. Quiere estar en el Mundial de Manchester y clasificarse para sus séptimos Juegos Paralímpicos.

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“Llevo muchos años preparada para la retirada, pero no me da la gana”, dice riendo Teresa Perales, la leyenda que no tiene fin. Nada le borra la sonrisa en su rostro tostado. Ni siquiera la lesión más difícil con la que ha tenido que lidiar en su carrera. Arrastra una luxación aguda en el hombro izquierdo desde 2021, pero no se rinde, está acostumbrada a plantar cara a la adversidad. Ningún desafío parece infranqueable para la nadadora española más laureada, que recupera el brillo en los ojos cuando escucha París 2024. “Haré lo indecible para estar en mis séptimos Juegos Paralímpicos, aunque sea con un solo brazo o nadando con las orejas”, bromea.

Le está costando recuperarse tras pasar por el quirófano en mayo. “Es la más complicada que he tenido, está dando más guerra de la esperada, no consigo dominar al hombro, se me sale, me comprime el nervio y me baila al nadar. Y fuera del agua tengo problemas a la hora de andar ya que no puedo darle a la silla de ruedas porque se me inflama mucho y debo ir en la moto eléctrica”, relata.

Su problema físico podría abrirle un nuevo escenario en competición ya que tendría que ser reclasificada. “Lo mío no es una lesión exclusivamente deportiva, sino que se produce porque mi enfermedad me provoca espasmos musculares y eso hace que el hombro se salga de su sitio. Nos planteamos acudir en marzo a una prueba internacional para pasar una revisión médica y saber si me bajan de categoría”, explica.

De momento, sigue sin poder entrenar con dos brazos a crol, aunque a espaldas sí empieza a utilizar algo el izquierdo. Una vez más, su resiliencia, perseverancia y orgullo sale a flote. Exprime cada brazada y disfruta de cada segundo en la piscina guiada por los valores que le han llevado a la cumbre y que le han permitido granjearse un palmarés excelso: más de 60 preseas entre mundiales y europeos, y 27 medallas (siete oros, diez platas y diez bronces) en seis Juegos Paralímpicos.

Teresa Perales durante los Juegos Paralímpicos de Tokio. Foto: CPE

“Necesito la piscina, es mi espacio seguro, el lugar en el que me siento feliz y libre. Me encanta estar con la gente de la selección española, compartir momentos con mis compañeros, verles en directo y aplaudir sus logros. Siento que aún me quedan cosas por vivir en el agua, por ello me rebelo todavía más ante mi situación. Sé que no estoy competitiva por mis marcas, que no soy tan rápida, no tengo la técnica de antes y que será un camino dificilísimo, pero soy peleona y me he empeñado en llegar a París 2024. Lo tengo muy marcado desde Tokio, nunca pensé en retirarme allí. De hecho, no me gusta ir a unos Juegos pensando en que serán mis últimos porque los quieres vivir tan intensamente que no te enfocas en lo importante, en competir. En mi cabeza está el seguir hasta dónde llegue”, recalca.

A la aragonesa no le faltan ánimos ni fuerzas. Tampoco rasmia, “la tengo muy grabada a fuego en la sangre”. Ya lo demostró en Tokio 2020, colgándose una plata en los 50 metros espalda S5, medalla con la que cerró bocas. “Muchos deportistas ganamos más con la cabeza que con el cuerpo y ese fue un ejemplo, el mayor reto como nadadora por la lesión, la pandemia, la dura preparación, las horas de rehabilitación y las dobles sesiones de entrenamientos. En esos meses previos tenía que meterme el hombro todos los días porque se me salía con solo estornudar. Que alguna persona me planteara que me quedase en España me enfureció, que me dijeran no puedes, hizo que sacara una motivación extra”, comenta.

Lleva sin nadar en competición desde el Campeonato de España del mes de marzo y apunta al Mundial de Manchester, aunque su vuelta se dará este sábado 21 en el Trofeo 25° aniversario del CN Pozuelo. “Estoy con unas ganas tremendas. En 24 años me he perdido solo tres mundiales, uno porque acababa de ser madre, otro por un cólico nefrítico y el verano pasado en Madeira por el hombro, fue muy duro verlo desde casa. Ahora empieza una cuenta atrás y voy a por la mínima para ir al Mundial y ayudar a España a lograr plazas para los Juegos”, cuenta.

Para seguir con su puesta a punto se concentrará este mes durante 15 días en el CAR de Sierra Nevada. “Poder entrenar y dormir en un Centro de Alto Rendimiento como el de Granada o el de Madrid es un privilegio, algo que nos podemos permitir gracias a las becas económicas y a los patrocinadores. Esto era algo impensable hace poco más de diez años porque los paralímpicos no teníamos permitido el acceso a estos centros al no ser considerados deportistas de alto rendimiento. La primera vez que acudí fue antes de Pekín 2008 y me pareció otro mundo”, subraya.

Teresa Perales tras ganar una medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Foto: CPE

Teresa ha vivido esa evolución tras más de dos décadas como nadadora. “Mi primera concentración no tuvo nada que ver con lo que vivimos hoy día en un CAR, aunque la recuerdo con mucho cariño. Fue en 1998 en el centro de menores de Valcorchero, en Plasencia, y estábamos preparando el Mundial de Nueva Zelanda. En aquella época dependíamos de la cesión de instalaciones deportivas, eran limosna lo que nos daban. En cuanto a becas y premios por medallas, la llegada del Plan Adop supuso una revolución, uno de los grandes hitos del movimiento paralímpico español”, añade.

La zaragozana quiere devolverle al deporte una parte de lo que le ha dado y por ello ha creado la fundación que lleva su nombre gracias a la ayuda económica (50.000 euros) del premio Princesa de Asturias de los Deportes 2021. La Fundación Teresa Perales cuenta con tres pilares principales: “Uno de ellos es el apartado solidario, la ayuda humanitaria a gente con discapacidad en situación desprotegida en países donde haya catástrofes o conflictos bélicos”.

“El engranaje principal es el deporte inclusivo y queremos que las personas tengan acceso a la práctica deportiva. Hay gente que no practican deporte porque no tienen un lugar dónde hacerlo o porque hay clubes o equipos que no tienen secciones de deporte adaptado. Y la idea es facilitar un recorrido administrativo-normativo. Además, queremos hacer una competición internacional con los cuatro mejores nadadores olímpicos y paralímpicos, un buen escaparate para demostrar que podemos convivir juntos. Me siento embajadora del deporte inclusivo, sé que es posible, eso nos hará mejor a todos”, explica.

Y, en tercer lugar, abordar la inteligencia emocional, otra de sus pasiones: “Los niños de este país no reciben suficiente formación sobre cómo gestionar sus propias emociones y eso crea conflictos en adolescentes y en chicos más adultos a la hora de tomar decisiones, y se sienten frustrados ante circunstancias que no son graves. Quiero que aprendan a reflexionar, a conocerse más y que puedan crecer de una manera más abierta”.

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