Se cumplen 10 años de las primeras medallas en la élite del ciclista cordobés, seis veces campeón del mundo en kilómetro contrarreloj, oro en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y bronce en Río 2016.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Con ambición desmedida, kilómetro a kilómetro y luchando contra el crono, Alfonso Cabello se ha erigido en uno de los grandes del ciclismo paralímpico en la última década. Seis oros mundiales y tres preseas en dos Juegos -un oro y dos bronces- avalan el trabajo, el sacrificio y la voracidad del ‘rey’ de la contrarreloj en categoría C5 en la pista. Se cumplen diez años de sus primeras medallas en la élite, un par de metales dorados en campeonatos de España en el velódromo de Galapagar y en el asfalto de la Casa de Campo de Madrid. En esas pruebas, un imberbe ciclista exportó una exhibición de fuerza desbocada, dos carreras en las que estalló el gran prodigio.
“Les tengo mucho cariño a ambas competiciones, fueron muy especiales. En la pista gané en la velocidad por equipos junto con Juan Emilio Gutiérrez y Antonio García. Y en carretera, pese a tener 16 años, logré imponerme a especialistas que eran top a nivel mundial como Pablo Jaramillo, José Antonio Aramburu o José Diego Jara. Recuerdo que a mitad de carrera me escapé con Aramburu y en cada subida al Cerro Garabitas iba al límite aguantándole. Al final gané a lo grande”, rememora. Aquello fue la antesala a todo lo que estaba por venir.
Diez años después sigue siendo el mismo ciclista humilde, competitivo y al que le gusta sufrir, apretar los dientes y pelear por ganarse el pan. “Ahora tengo mucha más experiencia y saber estar, pero la misma ilusión, pasión y hambre de victorias de cuando era joven. Nadie me ha regalado nada, he tenido que trabajar mucho para llegar a lo más alto. La perseverancia, la fuerza de voluntad y el echarle huevos es lo que mejor se me da para sobreponerme a cualquier dificultad. A la hora de la verdad me transformo y doy tres puntos más de mis posibilidades en la carrera, es algo innato”, asegura.
El punto de inflexión en su trayectoria llegó en 2011, tras sufrir el primer varapalo sobre la bicicleta. Solo había dos plazas en la selección española en C5 para acudir al Mundial de Dinamarca y pese a ser el campeón de España de carretera, le dejaron fuera. “Tenía un nivel alto, pero no me llevaron. Era un chaval y creían que no aguantaría la presión de un campeonato del mundo. Eso me jodió y estuve a punto de dejar el ciclismo. Y más porque José Diego Jara ganó el oro y al no participar yo, ya no tenía opciones de ir a los Juegos Paralímpicos de Londres 2012”, relata.
De la carretera al velódromo
Esa circunstancia propició su transición a la pista: “Lo había dado todo y no me dieron la oportunidad de demostrar mi valía, era remar contra marea. Tras unas semanas de inflexión, mi compañero Juan Emilio Gutiérrez me dijo de preparar la pista, era la única vía que tenía para estar en Londres. En apenas un par de meses pasó del desaliento al júbilo tras conquistar dos bronces en el Mundial de Los Ángeles que le dieron el billete para sus primeros Juegos. Ahí empezó a forjarse su leyenda, ya nada le frenaría.
En el oval de madera de la capital británica sorprendió a todos al colgarse el oro paralímpico en el kilómetro con 18 años. “Fue una medalla soñada y sufrida”, recalca. Una recompensa a meses de duros entrenamientos en Posadas (Córdoba), en un velódromo abandonado donde su padre barría los restos de vidrios del botellón que hacían los jóvenes. Su primer maillot arco iris llegó en 2014 en Aguascalientes, donde pulverizó el récord del mundo con 1:01.683. “Ese y el último que he conseguido han sido los más especiales. Mi punto álgido fue en México, llevaba un año en la Blume de Madrid entrenando con José Enrique Porto y José Antonio Villanueva, eso hizo que mi rendimiento creciera”, apunta.
Mantuvo su reinado en Apeldoorn 2015, Italia 2016, Río de Janeiro 2018, Holanda 2019 y Milton 2020. Solo cedió su corona en Los Ángeles 2017 porque no participó por una lesión. “En el último en Canadá hice 1:03.01 al nivel mar, estuve cerca de bajar la barrera del 1:02, algo que está al alcance de muy pocas personas. Todo el trabajo realizado tiene sus frutos, año a año sigo mejorando y sin bajarme del primer cajón, no porque mis rivales no aprieten, cada temporada hay que echarle más garra, bajar tiempos y sigo estando ahí. Algún año me ganarán, pero a día de hoy puedo decir orgulloso que cada vez que he competido he ganado”, subraya.
Atravesaba por un gran momento cuando tuvo que parar su preparación por la pandemia de la Covid-19 que ha azotado al mundo. “Era el primer año desde 2014 que no había tenido ningún inconveniente y sin lesiones, me encontraba físicamente muy fuerte. Pensaba que iba a ser mi año, estaba seguro de poder luchar por el oro en Tokio. Cuando pospusieron los Juegos fue un golpe moral duro, pero era lo más lógico porque lo que tiene que primar es la salud de las personas. Estaba preparado para correr ya, lo tenía todo enfocado para ganar. Será difícil alargar esa constancia un año y medio más, pero ya estoy centrado en la nueva fecha y voy a por ello”, asevera.
El ciclista de La Rambla (Córdoba) ve más opciones de subir a lo más alto del podio en Tokio 2021 porque han rebajado el factor de compensación a los rivales de la categoría C4 respecto a Río de Janeiro 2016. Su gran adversario será el británico Jody Cundy. “Estoy convencido de que puedo llevarme el oro. Con los pies en el suelo soy competitivo y si todo sale como debe estaré en la pomada por la victoria”, afirma. Antes tiene previsto afrontar otro Mundial el próximo año y en septiembre un nuevo campeonato de España absoluto, el tercero consecutivo que disputará. En los dos anteriores se llevó un bronce y una plata, haciendo historia frente a ‘pistards’ sin discapacidad.
“Llevo seis meses sin tocar el velódromo, pero lo tengo tan interiorizado que cada vez necesito menos entrenamientos en la pista. Mi preparación la hago con la bici de carretera, sé las series que tengo que hacer y los vatios que hay que mover. Este mes iré varias semanas a Tallafa (Navarra) para trabajo específico. Será una toma de contacto, el objetivo será darle un calentón al cuerpo y decirle a la competición que aquí estoy. Tengo muchísimas ganas de ponerme el dorsal. Una vez allí daré el 100%, pero soy consciente de cuál es mi lugar en cada momento y ahora mismo no es el de luchar por medallas”, matiza Cabello, que en un futuro le gustaría intentar hacer historia haciendo doblete en París 2024. “Es complicado, pero no imposible. Estar en los Juegos Paralímpicos y Olímpicos es un sueño y si se presenta la oportunidad, pelearé por ello. Sería una realización personal enorme”, apostilla.