Viven en zonas de difícil acceso.
elsalvador.com – Ruth sabe escribir su nombre, vestirse sola y hacerse trenzas. Actividades que para algunos podrían ser insignificantes, pero para ella y su familia son evidencia de que las terapias que recibe cada ocho días han marcado un antes y un después.
Ruth tiene 19 años y síndrome de Down. Estudió kínder y estuvo en una escuela especial hasta que cumplió 10 años. Desde entonces permanece casi todo el tiempo en su casa, en El Espino, San Pedro Perulapán, Cuscatlán.
Pese a no haber continuado recibiendo educación especial, su tía asegura que es una joven independiente. Desde hace un año, asiste a las reuniones organizadas por «Los Angelitos» en El Espino.
Ahí, con la guía de los educadores especiales, dibuja, arma rompecabezas y hace ejercicio físico.
Esta es una asociación de padres y madres de niños con discapacidad le paga a los educadores especiales para que visiten varios municipios del país y brinden educación y terapia a niños y adultos que lo necesitan.
Ruth participó ayer en el V Festival Deportivo «Eliminemos Barreras, construyamos un país inclusivo».
El evento se llevó a cabo en el estadio Mágico González de San Salvador, gracias a «Los Angelitos».
La mayoría de participantes en el festival llegó desde cantones y caseríos de difícil acceso. En la pista del Mágico González, hubo carreras protagonizadas por otros niños y adultos con síndrome de Down, sordos o con capacidad intelectual disminuida.
Divididos en grupos de cinco, una quincena de padres y madres de familia impulsó las sillas de sus hijos durante las carreras de su categoría. Otros niños y adultos compitieron en el salto o en el lanzamiento de pelotas.
El festival contó con la colaboración del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES) y de alcaldías de Cuscatlán, San Vicente, Cabañas, Chalatenango y Usulután.