La fortuna sonríe a los audaces, reza un proverbio latín. Esa máxima la lleva aplicando desde hace más de siete años Israel Blanco en bobsleigh, la Fórmula Uno del hielo. Lo que comenzó como una maravillosa locura se ha convertido en realidad gracias a su empeño, tenacidad y talento para pilotar un monobobs, a más de 100 kilómetros por hora, con el que no para de cosechar éxitos. Asentado en la élite de este deporte, el español acaba de conquistar un oro y un bronce en la Copa del Mundo de Lake Placid (EE.UU.).
Con la serenidad que le caracteriza y con mirada imperturbable se disponía a desafiar a las 19 curvas de uno de los circuitos más técnicos y difíciles del panorama internacional. El asturiano voló sobre el tobogán helado para completar dos bajadas perfectas que le catapultaron a la presea dorada. Tras su casco amarillo de los ‘Minions’ una mueca bonachona se abría en su rostro, una sonrisa de triunfo. Volvía a hacer historia en el mismo escenario en el que ya conquistó la victoria justo hace un año.
Ya suma nueve metales en esta competición, siendo el único poseedor de un oro en el bobsleigh español, inscribiendo su nombre junto a los de Alfonso de Portago y Luis Muñoz, que lograron la plata en el Mundial de 1957, así como al del cuarteto formado por Geni Baturone, José Cano, José Manuel Pérez y Guillermo Rosal, plata europea en 1970. La Copa del Mundo en territorio estadounidense había comenzado con buen sabor para Blanco, que se llevó en la primera jornada un bronce con un tiempo de 2:03.14, quedándose a tan solo seis décimas del campeón, el norteamericano Guillermo Castillo, y a dos de la plata del británico Corie Mapp.
El piloto corverano olía el oro cerca, sabía que si realizaba dos bajadas limpias el himno español sonaría en el podio. Y así fue, en la primera firmó un registro de 1:01.45 y en la segunda paró el cronómetro en 1:01.85 (tiempo total de 2:03.30). Los estadounidenses Castillo (2:03.68) y Robert Balk (2:03.99) fueron plata y bronce, respectivamente. “Me pude quitar esa espinita del bronce. Al final las carreras del segundo día no fueron tan apretadas como pensaba, me salieron dos bajadas para enmarcar, perfectas. Dos primeros puestos que me dieron el oro. Estoy muy contento”, ha explicado.
El asturiano, que tiene amputada la pierna izquierda desde 1998 cuando sufrió un accidente laboral trabajando como soldador de estructuras metálicas, confirma el buen momento por el que atraviesa. Y eso que no puede entrenar a lo largo del año en el hielo y solo lo hace en los días previos a una competición. La temporada ha arrancado de la mejor forma posible, pero quiere más: “La afronto con mucha ambición, el objetivo es ganar carreras y estar lo más arriba posible en Copa del Mundo. El año pasado quedé quinto en la general y ahora quiero pelear por el podio. También hacer un buen resultado en el Mundial y en el Europeo”.
Este curso no estará solo, ya que la Federación Española de Deportes de Hielo (RFEDH) ha apostado por esta modalidad y ha creado un equipo al que se han sumado cuatro nuevos deportistas: María de la Mercè Ibáñez, Ángel Piñol, Bernabé Costas y Miguel Ángel Rebouras. Este último fue el único que pudo competir en Lake Placid, quedando en la 14ª posición en su debut. “Te exigen dos bajadas limpias antes de la carrera y Miguel fue el único en completarlas. No han subido nunca al bobsleigh y esta era la peor pista para iniciarse. La idea de la federación es que el día de mañana, si me retiro o no puedo ir a alguna prueba por lesión, que haya gente detrás que me releve y que mi historia no quede como una anécdota”, ha recalcado Blanco, que desempeñará funciones de entrenador para facilitar la adaptación de sus compañeros.
La próxima parada de la Copa del Mundo será en enero en Igls (Austria), donde también se desarrollará el Europeo, mientras que el campeonato mundial se celebrará en febrero en St. Moritz (Suiza). Su sueño es representar a España en unos Juegos Paralímpicos de Invierno, pero de momento tendrá que esperar ya que el bobsleigh no ha entrado en el programa de Milán-Cortina d’Ampezzo 2026, aunque no está descartado: “No se sabe nada aún, tenemos la esperanza de que a última hora entre. Cada vez hay más participantes, somos unos 13 países, necesitamos que esté en los Juegos porque le daría más visibilidad y competitividad”.