elcomercio.es – La nadadora catalana Bego Curero es el fichaje estrella de la temporada del Handisport de Oviedo. Esta deportista con discapacidad visual padece un glaucoma (aumento de la presión interna del ojo) que le supone la pérdida total del ojo derecho y gran parte del ojo izquierdo.
Curero comenzó a practicar deporte desde muy pequeña aconsejada por los responsables de la ONCE como herramienta de desarrollo de la motricidad que en niños con cualquier tipo de discapacidad es vital . Pero poco a poco se fue convirtiendo en algo mucho más importante. «Gracias a la práctica deportiva he podido relacionarme con gente de muchos lugares diferentes y he viajado por sitios que posiblemente no hubiera estado», explica.
Rápido fichaje
Su contratación con el club asturiano fue rápida y sencilla. «Mi fichaje ha sido fruto principalmente a las excelentes relaciones que tengo con los componentes del grupo, pero además me ofrece la posibilidad de mejorar a nivel deportivo y me da la oportunidad de asistir a muchos campeonatos», reconoce la deportista, que añade que «también me ha hecho especial ilusión que hayan querido contar conmigo para el proyecto que llevan a cabo por la difusión del deporte adaptado en Asturias, en este caso de la natación, gracias a la fundación Mapfre».
Su objetivo son los Juegos Paralímpicos de Londres. Si logra obtener una plaza para participar serían sus primeras paraolimpiadas ya que en la anterior cita no estaba compitiendo a nivel internacional.
Su carrera deportiva a nivel absoluto comenzó en 2009 con el Campeonato de Europa que se disputó en la capital islandesa, Reykjavik. En dicho Europeo obtuvo una medalla de bronce y otra de plata. Dos meses después tuvo lugar en Río de Janeiro (Brasil) el primer campeonato del mundo en piscina corta de 25 metros.
Y en piscina larga u olímpica, es decir una distancia de 50 metros, Bego Curero logró dos medallas de plata y otras dos de bronce además de conseguir un récord de Europa en la prueba de 50 metros libre.
En 2010 se disputaron en la ciudad holandesa de Eindhoven los campeonatos mundiales que es lo más importante después de las paraolímpiadas y consiguió un cuarto puesto en 100 metros braza. En el presente año ya se celebraron los campeonatos de Europa en Berlín, donde esta deportista se proclamó campeona de Europa de 100 metros braza y ademas obtuvo otra medalla de bronce.
Estudiar y nadar
Sus días, como los de todos, tienen 24 horas, pero los exprime al máximo. A las siete y media ya está en el agua porque toca la primera sesión en la piscina. Tras una hora y media nadando, a estudiar. «Tengo clases en la Universidad ya que estoy haciendo Ciencias de la actividad física y el deporte en INEFC Barcelona, cuando acabo vuelvo de nuevo al Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat donde me esperan de nuevo más horas de entrenamiento, concretamente una sesión de gimnasio y la segunda sesión de piscina», detalla la nadadora. Los domingos, si no hay ninguna concentración, es el día de descanso.
Lo más complicado para Bego Curero es compatibilizar una vida normal y el deporte de competición. «Para poder estar a un alto nivel se ha de dedicar mucho esfuerzo, lo que te hace tener que dejar cosas importantes para poderte centrar en ello. Por ejemplo, los estudios son muy difíciles de compatibilizar no sólo por los horarios de clase sino también por el gran esfuerzo que supone centrarte a estudiar después del gran esfuerzo físico realizado en los entrenamientos», comenta. Curero abandonó hace un año sus estudios de Óptica: «No lo tenía claro y finalmente me decidí por estudiar INEF, aunque no niego que me planteé no estudiar nada relacionado».
La nadadora se queja de «la falta de patrocinador porque mediáticamente movemos mucho menos que otros deportistas, aunque si pusiésemos en valor las medallas otro gallo cantaría».