La reina Midas del tatami

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  • CapturaSu deficiencia visual es de nacimiento debido a su albinismo
  • La judoca malagueña se entrena y compite con personas sin discapacidad
  • En 2011 acabó quinta en el Campeonato de España Abosluto

marca.com – Todo lo que toca Carmen Herrera lo convierte en oro. Desde que el judo femenino entró a formar parte del programa de los Juegos Paralímpicos, en Atenas 2004, la malagueña no se ha bajado del primer cajón del podio en su categoría (-70 Kg). Tras la cita en la capital griega, también hizo sonar el himno español en Pekín y en Londres. El secreto de la triple campeona paralímpica, con deficiencia visual debido a su albinismo, es su tenacidad, su carácter luchador y su constante afán de superación, pero también que compite y se entrena a diario con gente sin discapacidad. De hecho, fue quinta en el Campeonato de España Absoluto en 2011 y se preparó para los Juegos de Londres con el equipo olímpico de judo.

«La vista es una excusa para no rendir lo suficiente en otros ámbitos pero no en el judo»
«Cuando se celebraron los Juegos de Barcelona, entonces era una niña, me impregné de aquel espíritu. Al ver en la tele a los atletas ganar medallas pensaba que me gustaría estar en la piel de esa gente. Lo tenía claro y cuando me integré en la ONCE, a los 16 años, empecé a practicar a la vez atletismo y judo. Estuve compitiendo en ambos deportes durante un año y medio y la diferencia era que mientras en el primero competía sólo con personas con disapacidad visual, en el segundo también lo hácía con videntes y ganaba tanto a unos como a otros. Decidí apostar por el judo porque me di cuenta de que la vista, que es una excusa para no rendir lo suficiente en otros ámbitos, en el judo no lo es».

A Carmen no le gustan las excusas sino los retos. «Cuando naces con una discapacidad visual no es como cuando la adquieres a lo largo de la vida. Para ti eso es natural, ver lo que ves es algo que asumes desde pequeña y te tienes que adaptar. En mi infancia nunca estuve en un colegio especial para personas con discapacidad visual o ceguera y más o menos fui a trancas y barrancas, intentando compensar lo que a mí me faltaba de capacidad visual con otras cosas. Cuando me enteré que había posibilidad de practicar deporte a nivel paralímpico lo elegí como camino de vida».

Un camino plagado de éxitos -además de los tres oros olímpicos, también es triple campeona mundial y europea- pero también de «bastantes momentos malos porque no terminaba de explotar como judoca. Desde que elegí el judo hasta que pisé el tatami de Atenas pasaron diez años en los que raramente pisé el podio. Tardé mucho tiempo en coger el nivel. En judo el aprendizaje es muy importante y eso tiene años de proceso».

Recibimiento de campeona

«A los Juegos de Atenas me fui a escondidas y volví como una heroína»
Pocos sabían de ese proceso en el que fue clave Francisco Rodríguez, el entrenador que la hizo empezar de cero para convertirla en campeona. Su discreción llegó hasta tal punto que no había contado a casi nadie en su pueblo, Alahurín de la Torre (Málaga), que iba a competir en los Juegos Paralímpicos de Atenas. «Las expectativas eran de medalla pero no sabía de qué color. No se lo dije a nadie ni pedí apoyos a ninguna institución. Cuando conseguí el oro, la explosión de júbilo y de cariño en mi localidad fue tan grande que cuando regresé de los Juegos lo hice como una heroína. Todo el pueblo se fue al aeropuerto de Málaga a recibirme. Me fui a escondidas y volví como una heroína. Entonces entendí que cuando tienes un éxito, si no tienes con quien compartirlo es menos éxito. Aunque suene un poco duro pasé de ser la cieguita del pueblo a ser tratada como una campeona».

La ‘Walkiria del Sur, como la llaman, lleva compitiendo con videntes desde 2003 y, después de hacer el ciclo de Formación Profesional de Informática, ahora compagina los entrenamientos en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid con segundo de Técnico Superior de Educación Física. Lo que en otros deportes paralímpicos parece impensable, Carmen lo ha convertido en rutina. «Se entrena igual para unos Juegos Olímpicos que para unos Paralímpicos. Cuando estoy integrada en un equipo de personas que no tienen discapacidad, lo único que tengo que recordarles es que tienen que reducir la distancia conmigo porque yo a largas distancias no me manejo por mi discapacidad, pero por lo demás, a nivel técnico, táctico y físico es el mismo entrenamiento», explica.

Acaba de ganar un bronce formando parte del equipo femenino de la ONCE en el Torneo por Equipos Abierto de Judo en Guadalajara pero Herrera le quita importancia: «Competían con nuestras reglas, por lo tanto, estaban igualados con nosotros, que empezamos los combates agarrados. Cuando compito con las suyas es diferente».

Quinta en el Campeonato de España para videntes

Precisamente ése fue el objetivo que se marcó tras los Juegos de Atenas: «conseguir una medalla, del color que fuese, en un Campeonato de España absoluto compitiendo con las reglas convencionales. Siempre me ganaban por descalificación por mi falta de vista, ya que acababa huyendo. Pero en 2011 peleé por el bronce en el Campeonato de España y, aunque acabé quinta y no está a la altura de una medalla paralímpica, para mí está por encima de las que he ganado en cualquier Mundial».

Aunque queda mucho aún, Carmen ya se entrena con la mente puesta en Río 2016. «Todavía tengo ilusión de una cuarta medalla. Miro las tres y no veo tres objetos, veo experiencia, veo lucha, veo superación, bajones y alegrías». Una medalla que completaría la vitrina que tiene en casa con todas las preseas y trofeos que ha ganado. «Los tres oros paralímpicos no los tengo expuestos, están guardados en el cajón porque si miro demasiado lo que he conseguido, no voy a ser capaz de mirar hacia adelante. Cuando termine mi carrera deportiva, ya les daré el lugar que se merecen».

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