diariodeleon.es – «Yo ya no quiero ir a otro sitio en verano». Así de tajante se muestra Elena cuando sus padres le preguntan si este año prefiere ir a un campamento de inglés o de deporte. Ella es una niña de 13 años de Madrid sin ningún tipo de discapacidad, pero que cada año, y ya van cuatro, espera inquieta a que llegue la segunda quincena de julio para reunirse en El bosque de los sueños con sus dos primas, una de las cuales, Laura, necesita una silla de ruedas. «Esto es más natural de lo que nosotros pensamos. Ella les ve como unos amigos más. Eso es lo mejor para nosotros», apunta María Jesús, madre de Elena.
Arturo, es otro niño del campamento, tiene también 13 años, lleva cinco años viniendo a Cubillos del Sil y tiene discapacidad, algo que le importa bien poco al confesar que él viene aquí «para hacer lo que le da la gana, sin que me vigilen mis padres». Sus padres son Iñaki y Estrella, la otra cara de la moneda y quienes además comparten ese mismo sentimiento de su hijo. «Para nosotros también es un respiro. Son quince días en los que salimos a cenar o vamos al cine. Esas cosas también hay que valorarlas», subrayan mientras ven a su hijo reencontrarse con sus compañeros.
Parte importante de este campamento son los monitores y voluntarios que ayudan estos días a que todos y cada uno de los niños disfruten y se integren. Víctor comenzó como participante hace trece años, ahora es el presidente de Aspaym Juventud en Castilla y León y participa como voluntario en estas jornadas. «Es una experiencia que cada año me gusta más, aprendes cada año más. Desde el primer el año, los niños y los adultos de Cubillos, nos ayudan y nos dan mucho apoyo», reconoce Víctor.
Seguramente el año que viene podremos ver otra vez a Elena, Arturo y Víctor formando parte de este campamento que consigue que, durante quince días, los sueños y las ilusiones de estos más de 100 niños sean los mismos.
