lagaceta.com.ar – Cuando Luis Alarcón estaba en Buenos Aires realizando su rehabilitación lo invitaron a practicar esgrima. En ese momento se acordó de aquel personaje famoso de la televisión: «El Zorro». Su curiosidad por saber cómo era luchar con un florete o una espada lo inspiró. En 2002 le ofrecieron una beca con la condición de que debía participar en todos los torneos en Buenos Aires para poder conservarla. Con esa beca y una buena posición a nivel nacional tenía la chance de representar a la Argentina en el exterior. «Era un orgullo vestir los colores de Argentina. Me entusiasmó el desafío porque además, sueño con que algún día pueda competir en un paralímpico. Este año no podrá ser, pero espero que más adelante tenga otra chance» señaló.
Luis es el principal interesado en que la esgrima vuelva a ocupar un lugar en las actividades deportivas tucumanas. «Es lamentable que un deporte que fue tan importante en Tucumán haya desaparecido. Yo no tengo un lugar para entrenar. Hay muchos que aman esta deporte y quieren volver a practicarlo», dijo.
La esgrima sobre silla de ruedas tiene un reglamento especial. A los atletas se los divide por categoría para que estén en iguales condiciones a la hora de competir. La esgrima no es la excepción. «No es lo mismo un deportista que haya perdido un dedo de su pie y que conserva todos los valores de su cuerpo, a otro deportista que sufrió una lesión medular. El deportista que tiene todos los movimientos de sus músculos, obviamente que se moverá más rápido y tendrá más fuerza -explicó-. En la esgrima hay categoría A, B y C. Los que tienen menos problemas físicos musculares están en la A, que son los amputados de miembros inferiores; los lesionados medulares hasta la dorsal 10 pertenecen a la B, que es en la que yo compito. Y los que están más comprometidos, porque no tienen fuerzas para sostener el arma están en la C». Luis cobra dos becas: una de la Secretaría de Deportes de la Nación de $600 y la otra, de la Secretaría de Deportes de la provincia, de $300. Obvio que eso no le alcanza para competir internacionalmente. Sus padres hacen un sacrificio enorme para que pueda disfrutar de la pasión por la esgrima. Rubén (su papá) sacó un préstamo de jubilado para comprarle el equipo, pero además, hay dos personas a las que Luis les está agradecido. Alberto Saad y un comerciante de Aguilares que lo ayuda con su alimentación y que no quiere que lo nombre. «Él sabe quien es», concluyó Alarcón.