El Sena bajó finalmente los brazos, rebajó sus niveles de E. coli y enterococos y permitió que sus aguas se dejaran invadir por los nadadores. La lluvia en los días previos, sinónimo de aumento de bacterias fecales, canceló la prueba del domingo y se aplazó un día. Con dedos cruzados, las mediciones y test realizados por World Triathlon y la propia organización de París 2024 dieron luz verde al nado en el majestuoso y turbio río parisino. Y la tormenta la desató Dani Molina con un oro épico en PTS3 (discapacidades significativas).
A sus 50 años, el ‘Rey Midas’ de la categoría, pentacampeón del mundo y con seis títulos europeos, le ha puesto el colofón a su excelsa trayectoria con el metal dorado. Regresaba a unos Juegos 20 años después -lo hizo en Atenas 2004 como nadador- y lo ha hecho coronándose campeón tras una remontada espectacular. En los puentes y en las gradas instaladas en los muelles, miles de personas se concentraban. Agua a 21º, aire a 19º, temperatura fresca a primera hora de la mañana y calentándose a medida que el sol se elevaba, aunque las nubes, que iban y venían, permitían aliviar el calor.
El español avanzó por el río abriendo una estela de espuma verde en la que se arremolinaron sus compañeros de travesía. Tras el giro en la boya, un regreso menos complicado pegado a la pared para evitar la corriente. Lideró los 750 metros de nado en 11.22 minutos, pero en el segmento de ciclismo se vio adelantado por el holandés Nico van der Burgt y por el alemán Max Gelhaar. Era consciente que sus dos rivales son más fuertes sobre la bicicleta, estaba en el guion previsto, pero confiaba en que las distancias no fueran insalvables.
Pedaleó a buen ritmo, cinco vueltas a un circuito que atravesaba la avenida Winston Churchill, pasando por delante de Le Grand Palais y Le Petit Palais, la avenida de los Campos Elíseos, la avenida Montaigne e Inválidos. 47 segundos les separaban del neerlandés y del germano, parecía un mundo, pero para él no hay imposibles.
En su diccionario no tiene cabida la palabra rendición, ha sudado cada escalón y ha tenido que recorrer caminos nublados para alcanzar la cima, pero nunca ha claudicado pese a los obstáculos. No lo iba a hacer en su día más importante como triatleta. Su gran potencial es la carrera a pie, cinco kilómetros con un tramo de adoquines irregulares y saltarines, en los que se mostró monumental, como las calles de París que trituró. Implacable y desencadenado, el español protagonizó una gran remontada, devorando a sus adversarios e imponiendo su tiranía una vez más. Acumula 27 triunfos en las últimas 30 pruebas internacionales que ha disputado. Leyenda.
Bajo el puente Alejandro III, el más suntuoso de París, ornamentado con caballos alados y diosas de bronce, Molina se proclamó campeón. El castellano-manchego, que tiene amputada la pierna derecha a raíz de un accidente de moto, cruzó la meta con una sonrisa radiante, ante la algarabía y el júbilo de su mujer Carolina y de sus hijos Gonzalo y Luis. Logra la triple corona, la que le encumbra a un lugar privilegiado. Oro paralímpico, oro mundial, oro europeo. Una leyenda del deporte español.
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