El donostiarra Íñigo Llopis alcanza la plata en 100 espalda  

El joven nadador sube al podio en los Juegos Paralímpicos de Tokio tras ser segundo con 1:06.82. “Estoy muy contento, es un subidón, después de las lesiones que he tenido, volver a competir y hacerlo a este nivel es increíble”, dice.

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Íñigo Llopis, subcampeón paralímpico en 100 espalda S8. Fuente: CPE

Los Juegos de Río de Janeiro 2016 le llegaron por sorpresa cuando ya había desconectado de la natación y se encontraba de vacaciones con sus amigos. Solo tenía 17 años, pero ya descollaba en la piscina. Ahora, un lustro después, con más madurez y un ciclo paralímpico repleto de baches y lesiones, Íñigo Llopis ha destilado en el Centro Acuático de Tokio su talento y fortaleza mental para agarrar una plata en 100 metros espalda S8.

Una medalla que simboliza la perseverancia, la fuerza y el triunfo de un joven que ha tenido que nadar a contra corriente superando todas las barreras, como una grave lesión que le mantuvo varios años en el dique seco. “Casi me amputan la pierna derecha y no sabía si volvería a nadar”, confiesa el donostiarra, que nació con el fémur más corto y su brazo derecho también es más pequeño, en el que solo tiene dos dedos.

Él nunca claudicó y con su bárbara capacidad de resiliencia regresó a la piscina como un titán. Tras ganar siete medallas europeas y un bronce mundial en las últimas temporadas, la recompensa por su esfuerzo y trabajo ha llegado con esta presea, la primera que logra en unos Juegos. Desde la calle 5 alcanzó el metal siguiendo un plan muy pautado de aceleración progresiva en cada largo. Pasó tercero en el viraje con 32.27 segundos y tras sobrepasar la línea roja que señala los 15 metros finales comenzó a clavar brazadas como un poseso.

El donostiarra Íñigo Llopis, plata en 100 espalda S8 en Tokio. Fuente: CPE

La felicidad se iluminó en su rostro cuando miró que era segundo con 1:06.82 y se abrazó en la calle contigua al estadounidense Robert Griswold, oro con récord del mundo (1:02.55). “Estoy muy contento, la marca no me ha gustado mucho, pero lo importante era ganar, a lo que más podía aspirar era la plata y lo he logrado. Sabía que tenía una buena vuelta, había que seguir a lo mío y coger mucha fuerza para llegar”, ha comentado.

“Es un subidón, después de las lesiones que he tenido, volver a competir y hacerlo a este nivel es increíble. La prueba era la que más hemos trabajado este año, he ido mejorando la marca todo el año, siguiendo segundo en el ranking durante mucho tiempo, así que estoy muy feliz. No sé si habrá chuletones en la Villa, pero algo sacaremos para celebrarlo”, ha añadido entre risas.

Admirador de Richard Oribe, con quien comparte piscina en San Sebastián, y entrenado por Isaac Pousada, este curso ha dado un salto cualitativo que se ha visto reflejado con sus éxitos. Y eso que de pequeño era reacio a nadar, a él lo que le gustaba era jugar al fútbol, lo hacía en su colegio como portero, siguiendo los pasos de su padre, Luis Llopis, entrenador de guardametas de Real Sociedad y Real Madrid.

Hasta que un día se rompió la pierna en la que tiene la malformación tras caerle un compañero encima. Tuvo que dejar la pelota y a los 10 años probó la natación por recomendación médica como rehabilitación. El tiempo le ha dado la razón, en el agua se está convirtiendo en uno de los mejores del mundo.

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