El inagotable Chano Rodríguez, un año extra hasta Tokio

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Chano Rodríguez sigue dando guerra en la piscina a sus 64 años. Fuente: CPE

El nadador español con más oros paralímpicos junto a Richard Oribe confía en clasificarse para sus sextos Juegos y poder ser el abanderado de España.

Jesús Ortiz / dxtadaptado.com

Cuando Sebastián ‘Chano’ Rodríguez ganó sus primeras medallas, algunos de sus compañeros en la actual selección española de natación ni siquiera habían nacido. Unos meses después de salir de la cárcel en 1994 -formaba parte del grupo terrorista GRAPO en los 80- empezó a consolidarse en la élite de la natación. En 25 años de carrera ha acumulado un palmarés envidiable, ganando 16 medallas (ocho oros, cuatro platas y cuatro bronces) en cinco Juegos Paralímpicos. Pese a la pandemia del coronavirus y al reloj de arena apretando por su edad (63 años), el vigués no piensa renunciar a sus sextos Juegos, aunque la espera crezca un año más.

Chano Rodríguez junto a Pablo Dapena y Javier Gómez Noya.

“Van a tener que aguantarme unos meses más. Mi objetivo es llegar a Tokio 2021 y después retirarme”, aclara. Fue de los primeros nadadores en retomar los entrenamientos en la piscina hace un mes, después de más de 60 días confinado. “Afortunadamente vivo en una casa en la montaña en Vigo y tengo un pequeño gimnasio que pude complementarlo con máquinas, así que me mantuve muy bien físicamente. Eché mucho de menos la natación, incluso soñaba por las noches con nadar. Nunca había estado tanto tiempo ejercitándome en seco”, explica.

Los primeros días fueron en el Centro de Tecnificación Gallego de Pontevedra, compartiendo piscina con los triatletas Javier Gómez Noya y Pablo Dapena. “Me decían, ‘Claro, cómo tú estás acostumbrado al aislamiento’ (risas). Es cierto que mi experiencia personal ha jugado a mi favor, también por mi carácter, no me he dejado derrotar en ningún momento por este parón. No había perdido el ‘feeling’ pese a llevar tantos días sin nadar y fue genial. Para mí el agua es como un gran amigo, podemos estar mucho tiempo sin vernos, pero a los dos segundos de reencontrarnos es como si nos hubiésemos visto siempre”, subraya.

Ahora hiende el agua en la piscina del centro deportivo Máis que Auga bajo la supervisión de su entrenador, Alejandro Brea: “En estos días me sobra aire, no necesito ni levantar la cabeza. Me encuentro muy fuerte”. Chano tenía pensado colgar el gorro y el bañador en septiembre, pero el aplazamiento de los Juegos Paralímpicos le ha obligado a hacer un esfuerzo extra y aguantar hasta 2021. “Algunos llevan años retirándome, pero aquí sigo. Primero habrá que pelear por la marca mínima, que la tengo tan difícil como la celebración de los Juegos. Estamos en un terreno desconocido y juntar a miles de personas es complicado, a no ser que haya vacuna. Y llegaría con 64 años largos”, sonríe.

Aunque se siente como un “toro”, el tiempo no pasa en balde y los problemas físicos se hacen notar más: “Todos tenemos dolores por la intensidad de los entrenos, pero el cuerpo ya no recupera igual que cuando era más joven. Tengo la suerte de contar con el equipo médico del Comité Paralímpico Español, Josefina Espejo, Amaia Bilbao y Kiko Santomé hacen posible que hoy continúe”. Aún queda la cuesta arriba, pero Chano está acostumbrado a lidiar con empresas de gran envergadura desde que se lanzó a la piscina de la prisión de Valencia, como parte de su rehabilitación tras quedarse en silla de ruedas después de una huelga de hambre que duró 432 días.

Chano junto a sus entrenadores en Máis que Auga.

‘Aprender del pasado, vivir el presente y trabajar para el futuro’ es su lema, el que transmite a los jóvenes en sus charlas. “Intento demostrarles que a pesar de todas las piedras que puedan encontrar en el camino, si tienes confianza y trabajas puedes alcanzar cualquier cosa. No me siento orgulloso de mi vida anterior, pero no la puedo cambiar. Hay gente que nunca perdonará esa parte, pero ni soy un ángel ni tampoco fui un demonio. Y en estos años, el deporte ha sido mi forma de tratar de devolver a la sociedad una parte de lo que le quité”, zanja.

La piscina le da vida y se ha empeñado en añadir con tinta un nombre más a su brazo derecho, en el que tiene tatuado los de Sídney, Atenas, Pekín, Londres y Río de Janeiro, precisamente, sus mejores Juegos pese a que fueron los únicos en los que no sacó medalla. “Me quedé a un pelo del podio en 50 libre, eso me dio fuerzas para seguir cuatro años más. Si voy a Tokio espero disfrutarlos y vivirlo de forma más lúdica. En los anteriores, al ser tan metódico y disciplinado, me solía perder las ceremonias de inauguración y de clausura”, dice el nadador español con más oros junto a Richard Oribe, “el mejor deportista que he conocido a todos los niveles”.

Estar en la capital nipona “sería un regalo y un reconocimiento no solo a mi trayectoria, sino a toda esa gente que me ha ayudado por el camino de forma desinteresada. Clasificarme sería un triunfo y estar en una final, la hostia. Nunca se sabe que puede pasar en la competición, no descarto nada. Como dice el entrenador de mi rival francés, Theo Curin, cada vez que nos vemos, ‘El león aún ruge’. Viejo, pero ahí sigo dando guerra”.

El gallego anhela portar la bandera de España en el desfile de inauguración de los Juegos, algo por lo que lleva años peleando. “Por mi trayectoria deportiva ya me habría tocado. En Londres 2012 aún no tenía la libertad total y en Río 2016 no pudo ser. Ya he pagado mis deudas por mis pecados, renuncié a mi vida anterior y me dediqué en cuerpo y alma al deporte. Sé que puede traerme algunos problemas, porque hay miedo y gente que aún no está preparada, pero deseo ser el abanderado español. Nunca alardeo de medallas, pero lo merezco, significaría mucho para mí y para todo el que me ha ayudado”, apostilla. Sería la mejor despedida para un deportista profesional, un campeón que no claudica y siempre sueña, una leyenda de la natación paralímpica.

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