Si ya es complicado ganar un oro en unos Juegos Paralímpicos, hacerlo en tres ocasiones y de forma consecutiva es un logro que está al alcance de un puñado de elegidos. Michelle Alonso ha sido la última que se ha unido a ese selecto club de deportistas españoles que saben lo que es sumar tres medallas doradas seguidas en una misma prueba.
Había conquistado el oro en Londres 2012 y en Río de Janeiro 2016 en 100 metros braza SB14, y en Tokio elevó el listón con una victoria aderezada con el récord del mundo (1:12.02). La ‘Sirenita’ de Tenerife alargaba así su trono en una categoría en la que lleva nueve años siendo la reina. En la piscina, solo dos nadadoras presumen de haber conseguido un triplete de triunfos sucesivos en unos Juegos. Lo hizo la donostiarra Sara Carracelas tras imponerse en 50 espalda S2 en Atlanta 1996, Sídney 2000 y Atenas 2004.
Y también la aragonesa Teresa Perales en 100 libre S5 en Atenas, Pekín 2008 y Londres 2012. “Es un orgullo formar parte de ese grupo. No es fácil mantenerse ahí arriba durante tantos años y tener esa misma ambición. Hay mucho sacrificio detrás de una medalla, entreno de lunes a sábado, incluso a veces en dobles sesiones, y es triste que ese esfuerzo la gente no lo vea y piensa que solo voy una vez a la semana a nadar”, ha comentado.
Hay otros españoles que también lucen en su palmarés tres oros consecutivos en Juegos Paralímpicos. La judoka malagueña Carmen Herrera gobernó en -70 kilos en los tatamis de Atenas, Pekín y Londres. En atletismo, Alfonso Fidalgo fue el mejor lanzador de disco F11 en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000. Precisamente, en la ciudad australiana empezó su reinado David Casinos en lanzamiento de peso F11 y mantuvo su idilio con el oro en Atenas y en Pekín.
El madrileño Manolo Rodríguez impuso su tiranía en triple salto para deportistas ciegos en Barcelona, Atlanta y Sídney. Y la atleta española más laureada de la historia, Puri Santamarta, logró tres oros seguidos en 400 metros T11 (Barcelona, Atlanta y Sídney), así como cuatro preseas doradas en 100 metros en Nueva York 1984, Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996. En París 2024 podría unirse a este curioso grupo Gerard Descarrega (400 metros T11) y Kim López (lanzamiento de peso F12), campeones paralímpicos en Río 2016 y Tokio 2020.
‘Todavía en un sueño’
Hace casi un mes que brilló en el Centro Acuático de Tokio y Michelle Alonso aún sigue en una nube. “Cuando me pongo a ver la prueba todavía no me lo creo. Casi todos los días miro la medalla y pienso que estoy en un sueño. Fue una carrera increíble, ese día me costó dormir y por la mañana tuve náuseas. En el calentamiento antes de la final veía a las rivales y suspiraba porque sabía que sería duro. Salió mejor de lo esperado, cuando hice el viraje miré a la calle siete donde estaba la británica -Louise Fiddes- y pensé que me cogería, en las últimas competiciones me había cazado a la vuelta. Pero me vi fuerte, apreté y gané, no me esperaba tampoco el récord del mundo”, ha expresado.
Para la canaria, su triunfo en la capital japonesa es el más especial de los tres que ha conseguido en los Juegos Paralímpicos por “ser una ciudad especial para mí y por todo lo que hemos vivido con la pandemia de la Covid-19. Estuvimos en cuarentena muchos meses, lo pasé mal, no tenía recursos para entrenar al principio, fue una etapa muy complicada y tuvimos que empezar casi desde cero, siempre con la incertidumbre de si se celebrarían los Juegos, eso me afectó mentalmente. La recompensa llegó con este oro por el que tanto hemos peleado”.
La nadadora que dirige José Luis Guadalupe ya disfruta de unas merecidas vacaciones, aunque el próximo mes volverá a enfundarse las gafas y el gorro para trazar la hoja de ruta de la siguiente temporada. “En octubre creo que participaré en una prueba de relevos con nadadores olímpicos y paralímpicos en los I Juegos Inclusivos y después empezaré poco a poco a preparar el Mundial de 2022 que será en Madeira, donde me gustaría ser otra vez campeona del mundo”, ha recalcado.
Michelle confía en llegar a París 2024, aunque ahora solo se fija objetivos a corto plazo. “Estaría bien sacar el cuarto oro -ríe-, pero cada año el nivel es más alto, me hago mayor, tengo más lesiones y me cuesta más el día a día. Así que hasta que no se vaya acercando la fecha no me marco una meta para París, pero está claro que siempre aspiro a lo máximo y ojalá pueda subir de nuevo al primer escalón del podio”, ha añadido.