LA RAZÓN.es – Desde que en septiembre de 1960 se celebraron en Roma los I Juegos Paralímpicos con la participación de más de 400 deportistas en silla de ruedas, procedentes de 23 países, ver a personas con discapacidad convertidos en deportistas de élite es algo familiar en nuestras vidas.
Aquellos fueron los primeros Juegos Internacionales para personas con discapacidad que se desarrollaban en las mismas instalaciones y sedes que los Juegos Olímpicos, por lo que el Comité Organizador tuvo que efectuar bastantes acondicionamientos técnicos para la accesibilidad de las instalaciones.
A partir de ahí hay un antes y un después en el deporte. Tras los Juegos Olímpicos siempre llegan los Paralímpicos en las mismas instalaciones y sedes, pero no en la misma fecha. Coinciden en año y lugar, pero no conviven. Su difusión por los medios de comunicación es infinitamente menor, el seguimiento de medallas y pódiums interesa a un porcentaje pequeño de la población en relación a los millones de personas en todo el mundo que siguen las Olimpiadas.
¿Pero qué pasa cuando las dos condiciones, discapacidad y deporte, conviven con normalidad? Rara vez sucede, pero ocurre, y, desde luego, se convierte en noticia.
Hace pocos días daba la vuelta al mundo que un joven colombiano de 16 años, Lorenzo Orellano, debutaba en la Primera División de la Liga de su país con su equipo la Uniautómana. Ocurría un hecho histórico puesto que entraba al terreno de juego un futbolista que además de jugar muy bien al fútbol, llamó la atención por una peculiaridad: no tenía brazo izquierdo. Era el primer jugador con discapacidad que entraba en los circuitos profesionales de Colombia.
En España hay casos similares. Uno de ellos es Áléx Sánchez, un niño que con sólo un brazo que siempre soñó con ser futbolista en su ciudad, Zaragoza. Tras varios años en Tercera División con un aplastante promedio goleador de 13 goles en nueve partidos, llamó la atención del técnico y logró debutar en el Zaragoza en Primera División en noviembre de 2009. Su entrenador tenía la máxima de que “Al fútbol se juega con los pies, la cabeza y el corazón. Y para los saques de banda, hay otros nueve jugadores que pueden hacerlo”.
El fútbol sala español también ha sido protagonista de la convivencia discapacidad-deporte profesional. Aarón Núñez vio cumplido su sueño de debutar en la Liga Nacional de Fútbol Sala en España en octubre de 2014. Con una amplia trayectoria en Segunda y Segunda División B, la discapacidad que sufre en su brazo izquierdo desde nacimiento no le impidió su camino. Conocido como “El Mago”, lejos de estancarse en la adversidad logró aprender a luchar día a día y con 30 años cumplió su sueño, fichar por el Jumilla Montesinos CFS.
Ser entrenador de fútbol con una discapacidad también es hoy un hecho aislado. El actual director de la Escuela de la Fundación de la Real Federación Española de Fútbol, Eduardo Valcárcel, es el único profesional del fútbol de nuestro país con una sola pierna. Con dos años tuvo un accidente que le costó una de sus piernas. A partir de entonces, todo fueron luchas y puertas cerradas. Hasta el punto de que la Federación Madrileña de Fútbol le denegó la posibilidad de poder obtener el título de entrenador de segundo nivel. El tiempo le ha acabado por dar su recompensa y a sus casi 41 años, su trabajo es reconocido internacionalmente.
Uno de los pioneros en el mundo del fútbol fue el uruguayo Héctor Castro, más conocido como “El divino manco”. Con su brazo derecho segado por una sierra fue una de las leyendas del balompié Uruguayo. Debutó en 1924 con Club Nacional de Football, hasta retirarse el 10 de abril de 1937, jugando la cantidad de 231 partidos y conquistó 145 goles. Tricampeón de la liga uruguaya con Nacional de Montevideo (1924, 1933, 1934), fue el primer jugador uruguayo en anotar un gol en un Mundial, campeón del mundo con su selección, Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de 1928 y ganó una Copa América. Tras su retirada en 1936, debutaría como entrenador de Nacional de Montevideo y ganaría cinco campeonatos, lo que sitúa entre los “crack” históricos del fútbol.
Más conocido, por su repercusión mediática, es el caso del atleta surafricano Oscar Pictorius, que con dos piernas artificiales y tras varias medallas en Juegos Paralímpicos consiguió participar en los Juegos Olímpicos Londres 2012, al clasificarse para la final de los 400m. Fue el primer atleta con doble amputación que lograba estar en una cita olímpica. Después su fama se multiplicó exponecialmente, y no por sus hitos deportistas, sino por ser condenado por el asesinato de su novia. Pero esto es otra historia.