ccaa.elpais.com – La vigente campeona del mundo de curling, la alemana de origen canadiense Mélanie Robillard, vive en España desde hace dos años. Se instaló en Madrid tras ganar el campeonato del mundo con su club de Garmisch, cerca de Múnich. Desde entonces, apenas ha podido jugar a su deporte preferido, que forma parte de los Juegos Olímpicos de Invierno, porque en la capital no hay ninguna pista adaptada.
El curling podría asemejarse a la petanca, solo que con piedras de mayor tamaño y en una pista de hielo: «Nosotros decimos que es como la petanca, pero en realidad no tiene tanto que ver. Es más técnico y más preciso. Tiene una diana y vas tirando piedras. El que queda más cerca del centro es el que gana», explica Antonio de Mollinedo, jugador de curling del equipo que representó a España en el reciente campeonato de Europa B y miembro de la Federación Madrileña de Deportes de Invierno.
Mollinedo es el auténtico alma mater de este deporte en España, que tiene unos 70 aficionados en Madrid que alquilan, por unos 80 euros al mes, todos los lunes por la tarde, la pista de hockey del centro comercial del Palacio de Hielo. En toda España, el número de practicantes de curling es de unos 200, repartidos por otras ciudades como León, Valladolid, Vitoria, Valencia y Barcelona, además de Madrid. «Este año llevo muchos meses sin entrenar, pero en 2012 tengo intención de viajar a Suiza y jugar un torneo mixto con Antonio y otras dos chicas. En enero volveré a jugar en el Palacio de Hielo los lunes, explica esta canadiense de Québec, donde el curling es considerado deporte nacional.
En Madrid, Robillard imparte cursos al mismo tiempo que juega una liga con su equipo. «Pero jugar al curling en España tiene mucho mérito. Mi primer torneo en España lo disputé aquí y realmente me parecía un deporte distinto. La piedra hacía cosas muy raras. Me habían avisado de que me iba a costar mucho acostumbrarme, pero hasta que no lo vi no me lo podía creer», asegura la deportista, muy conocida en Alemania y Canadá, pero que en España ha tenido que dejar de jugar al más alto nivel: «Me trasladé a vivir con mis padres a Bruselas desde Canadá y todos los fines de semana viajaba a Múnich para entrenar con mi equipo.
Ganamos el campeonato alemán, después el de Europa, y finalmente el del mundo», explica la deportista, de 29 años, que optó por competir con el país de su madre, que es alemana, junto con dos mujeres de 45 años y una de 17. «De momento jugaré con Antonio. Pero el campeonato femenino no me apetece mucho. No es que menosprecie a las mujeres españolas que juegan al curling, sino que vengo de una selección muy buena y si cambio de nivel no podría divertirme. Ahora voy a jugar torneos con Antonio y no me planteo nada más. Aquí no podemos entrenar, porque no tenemos medios», se lamenta Robillard que, no obstante, podría competir por España junto con Mollinedo: «Existe una nueva modalidad, que se llama doble mixto, en la que los equipos de curling, en vez de cuatro personas, tienen dos. De hecho hay un mundial. Pero parece un juego distinto, por lo que no me tira mucho. Algún día podría intentarlo», reflexiona.
Según la deportista, durante los últimos años ha ganado dinero con este deporte de invierno: «Pero no suficiente como para vivir de él», aclara.