Por la vía rápida, sin dudas ni titubeos. España ha encendido la locomotora del baloncesto en silla de ruedas en Sarajevo y ha pasado por encima de Italia (84-50) para plantarse, invicta, en la final del Campeonato de Europa. Seis victorias en seis partidos, billete asegurado para el Mundial de Canadá 2026 y un lugar en el podio continental. Pero este equipo no se conforma: quiere el oro. Por primera vez. El triunfo llega solo un par de horas después del bronce logrado por la selección española femenina.
La victoria sobre Italia no solo fue contundente en el marcador, sino también simbólica. Fue una suerte de ajuste de cuentas con el pasado. En 2021, en el Europeo disputado en Madrid, los italianos sorprendieron en cuartos de final y dejaron a España fuera de la lucha por las medallas. Esta vez no hubo lugar para el ‘sorpasso’. El equipo dirigido por Abraham Carrión, en su primera cita internacional al frente de esta nueva era, puso la directa desde el primer segundo y no miró atrás.
Un ciclón desde el inicio
España arrancó con una velocidad de crucero imposible de seguir. En apenas unos minutos, los cuatro mosqueteros -Manu Lorenzo (20 puntos), Lalo Prieto (14), Óscar Onrubia (15 y 9 asistencias) y Pincho Ortega (21 puntos y 9 rebotes)- ejecutaron una sinfonía coral, eléctrica y afilada. Las transiciones eran fulminantes y los italianos no daban abasto. El parcial inicial de 10-2 fue solo el primer golpe.
Onrubia, jugador osado y cada vez más determinante, amplió la ventaja con un triple marca de la casa y otro tiro lejano. Lorenzo, imparable en la pintura, y Prieto, de muñeca certera, remataban el cuarto con un 25-13 que reflejaba con justicia lo visto en la cancha.
Ortega, el metrónomo de la revolución
El segundo cuarto fue territorio de Pincho Ortega, ese jugador total que dirige, asiste y anota desde cualquier ángulo. Suyos fueron los seis primeros puntos para estirar la ventaja a 31-14. A su lado, Manu Lorenzo, el pívot gallego de Mugardos, reafirmaba su autoridad bajo el aro, mientras Lalo Prieto -nacido en México, pero nacionalizado español- demostraba por qué ha sido una de las mejores incorporaciones del equipo en los últimos tiempos: temple, liderazgo y puntos seguros.
Italia chocaba una y otra vez contra la muralla defensiva española. Carossino y Saaid apenas encontraban huecos. España, por su parte, seguía sumando con aportaciones de un banquillo de lujo: Paco García Quiles y Pau Poyato, este último brillante en defensa y también efectivo en ataque. Al descanso, el marcador dejaba clara la superioridad: 48-27.
Golpe final sin piedad
Lejos de levantar el pie del acelerador, Carrión mantuvo el quinteto titular tras el descanso. España dominaba todos los registros del juego: físico, técnico y táctico. Con un tercer cuarto de vértigo, el partido quedaba sentenciado (68-36). En el último, con todo resuelto, el técnico dio minutos a todos los jugadores. Adrián García, Alexis Ruiz y Raúl Vega cerraron una tarde redonda con el definitivo 84-50. España sellaba así su pase a la gran final y, con ello, su cuarta medalla continental.
España ha disputado ya tres finales europeas: París 1995, Wałbrzych 2019 y Rotterdam 2023. En todas ellas, se quedó a las puertas del oro. Esta vez, con una generación renovada y un equipo en estado de gracia, el sueño está más cerca que nunca. Alemania o Gran Bretaña, el rival del sábado, será el último obstáculo. Viendo el nivel desarrollado, el oro es una ambición legítima.
Ficha técnica del partido:
España (84): Óscar Onrubia (15), Manu Lorenzo (20), Pincho Ortega (21), Lalo Prieto (14), Luis Cristen, Julio Vilas, Raúl Vega (2), Pablo Zarzuela, Francisco García Quiles (2), Pau Poyato (6), Adrián García (2) y Alexis Ruiz (2).
Italia (50): Giulio María Papi (4), Ahmed Raourahi (8), Andrea Giaretti (5), Filippo Carossino (11), Joel Joseph Boganelli (2), Gabriel Benvenuto, Simone de Maggi (4), Claudio Spanu, Dimitri Tanghe (5), Enrico Ghione, Driss Saaid (4) y Gabriel da Silva (7).
Parciales: 25-13, 23-14, 20-9 y 16-14




