Óscar Onrubia, un ‘perro de presa’ del basket forjado en La Mina

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Con 48 kilos de músculo, de mirada vivaz y guerrera, su sonrisa traviesa revela la alegría perenne con la que vive. Óscar Onrubia es un torbellino que irradia optimismo, reparte felicidad y transmite armonía a quien le rodea. Es una de las perlas del baloncesto español en silla de ruedas, un jugador apasionado que se define como un “perro de presa” en la cancha, siempre dispuesto a morder para frenar a cualquier rival. A sus 24 años, tras haber ganado todos los títulos posibles con Amiab Albacete y con dos platas europeas con España, encara con avidez sus segundos Juegos Paralímpicos: “En París queremos el oro”.

Curtido en las calles de La Mina, popular barrio de Sant Adrià, en la periferia de Barcelona, se crió en el seno de una familia humilde, en un entorno estigmatizado en el que la gente navega entre los prejuicios ajenos y la difícil realidad propia. Supo regatear a la omnipresente delincuencia que campa en suburbios así, a ritmo de rap, rimas improvisadas, ingenio y mucho flow -este año participó en el programa televisivo de Factor X-, junto al deporte, que le sirvió de vía de escape para no tomar decisiones equivocadas.

“Cuando vivía allí escribía letras sobre aquello que nos preocupaba, grababa temas y participaba en batallas de gallos. Escucho rap todo el día, es algo que llevo en las venas. Crecí en una barriada complicada y desfavorecida, en un ambiente difícil para un niño por las cosas que ves y vives. Eso forjó mi carácter y me endureció mentalmente. De pequeño era un pillín, un liante, no me gustaba que me impusiesen normas o autoridad, eso a veces me granjeó problemas. Tú decides si te metes de pleno en la basura o coges el buen camino, y afortunadamente elegí lo segundo”, asegura.

Óscar Onrubia durante un partido con la selección española de baloncesto en silla de ruedas. Foto: IWBF

Con apenas tres años estuvo “al filo de la muerte”. Sufrió una sepsis meningocócica, una infección que le dejó una doble amputación tibial y sin dedos en las manos. “Es una bacteria que se mete en la sangre y hace que se gangrenen las extremidades y si no te amputan las partes afectadas, la enfermedad se traspasa hasta el corazón y te mata en horas. Mis padres me contaron que hubo un momento en el que estaba prácticamente muerto ya que todas las funciones vitales de mi organismo no respondían”, relata. Pasó cuatro meses hospitalizado, la mayoría del tiempo en coma inducido en la UCI. Después de numerosas operaciones e injertos salió adelante por su actitud y personalidad.

“Me enorgullezco de mis padres por los valores que me dieron, nunca me sobreprotegieron, al contrario. Para que alguien con diferentes capacidades pueda integrarse en la sociedad y logre un crecimiento personal, necesita que le traten con normalidad. Me repetían la misma frase, ‘Vete espabilando y desenvuélvete tú solo’. No recuerdo tener dedos o piernas, por lo que la adaptación a mi nuevo mundo fue fácil, crecí con ello. A raíz de la adolescencia si tuve momentos de montaña rusa, me voy a la cama a veces, miro al techo y me hago preguntas. Aunque trato de sacarle el lado humorístico a todo, soy positivo y trato de que los que están a mi alrededor estén alegres. Le sonrío cada día a la vida porque mi corazón sigue latiendo”, recalca.

Arraigado a sus orígenes, en su piel luce decenas de tatuajes que guardan experiencias y otros, simplemente porque le gusta el arte en el cuerpo: “Soy un adicto a la tinta. Llevo las iniciales de Antonio y Yolanda, mis padres; la palabra familia en la nuca; un Aliens en la pierna; el más grande es el de mi brazo derecho, una calavera con un tren, que va ligado a mi época en el hospital cuando vi una luz blanca; una mujer con pistola y la palabra muerte; un ojo y un reloj; a los dioses griegos Zeus y Poseidón en el pecho; y otros relacionados con el cine, con actores como Brad Pitt en ‘El Club de la Lucha’ o Heath Ledger, que interpretó al Joker en ‘El caballero oscuro’. Los próximos serán Robert de Niro y Al Pacino. Soy muy cinéfilo”.

Óscar Onrubia arenga a sus compañeros en el Europeo de Rotterdam en 2023. Foto: IWBF

El deporte fue una fuerza especial para él, un desahogo para canalizar sus inquietudes. De niño llegó a compaginar hasta tres disciplinas: natación, ciclismo y baloncesto. También se interesó por la lucha grecorromana, aunque solo la probó en modo de diversión con amigos. Despuntó a los mandos de la handbike, siendo subcampeón de Europa con 10 años, pero se decantó por el basket por ser una modalidad colectiva. “Hacer deporte de forma individual me quemó mucho psicológicamente porque no hablaba con nadie y acabó aburriéndome. El baloncesto me enganchó, estaba en comunicación y sintonía con más gente, era el único sitio en el que no me sentía juzgado por mi discapacidad y pude sacar mi energía y rabia. Al principio no llegaba a canasta -ríe-, pero no me frustraba, solo pensaba en disfrutar”, comenta.

En el pabellón de Vall d’Hebron dio sus primeros pasos hasta que Óscar Trigo, su valedor, lo tuvo en sus filas en el CB Alisos, el Sant Nicolau y el CE Global Basket, jugando en Primera División. Después firmó con el CB Las Rozas y desde hace cuatro temporadas viste la elástica del Amiab Albacete, con el que ha ganado la División de Honor, la Copa del Rey y la Champions League, teniendo como técnico a Abraham Carrión, también seleccionador español.

“Óscar es mi mentor, la persona que confió en mí, el 80% de lo que soy se lo debo a él. Fue el que cogió la roca y empezó a esculpirla, mientras que Abraham, un entrenador top mundial, se está encargando de darle forma, de perfeccionarme y de llevarme a mi mejor versión. Siempre me insiste en que persiga la excelencia, que entrene o vaya al gimnasio cuando no me toque entrenar. Lo de meter canastas o defender duro ya lo llevo de serie. Soy un privilegiado por jugar en el Amiab -tres Champions y tres Ligas seguidas- y en la selección con compañeros a los que veía por televisión de niño y les decía a mis padres que mi sueño era compartir cancha con ellos. Los veteranos me aconsejan, me ayudan a crecer cada día y me dan ese golpe de realidad para mostrarme que todavía me queda mucho por hacer”, explica.

El jugador catalán ha ganado con Amiab Albacete la Liga, la Champions y la Copa del Rey. Foto: BSR Amiab

El escolta ha dado un salto de calidad, ha mejorado en la lectura del juego, es un buen lanzador, domina el balón, es muy explosivo, con un gran manejo de la silla y defiende como “un perro de presa, así me siento en la pista, con mucha garra y capaz de parar a cualquier jugador, me puedo comer a quien sea. Tengo carencias, aún me tiembla la mano cuando la pelota quema, pero soy joven. Aspiro a ser el mejor 1,5 del mundo -se otorgan puntos dependiendo de la discapacidad-, sé que puedo serlo”, subraya.

Con la sub 22 ganó un oro y un bronce continental, así como un bronce mundial. A la absoluta llegó en 2018 para suplir al lesionado Dani Stix en el Mundial de Hamburgo, donde la ‘ÑBA’ sobre ruedas fue quinta. Y ha formado parte del plantel que subió al segundo cajón del podio en los europeos de Polonia 2019 y Países Bajos 2023. También ha vivido episodios espinosos, como el cuarto puesto en los Juegos de Tokio 2020 o la séptima posición en el Europeo de Madrid 2021.

“Perder el bronce en Tokio nos afectó bastante y a ello se le unió el palo al ser séptimos de Europa y quedarnos fuera del Mundial de Dubái. A nivel anímico nos hundió, dejaron de confiar en nosotros y había mucha incertidumbre para la clasificación de los Juegos Paralímpicos de París. Estaba cara ya que las plazas se habían reducido a ocho, pero confiamos en nuestro potencial. Trabajamos en silencio y nos plantamos en el Europeo de Rotterdam, donde perdimos dos partidos en la fase de grupos y aparecieron los fantasmas. No nos rendimos y llegó la recompensa, una plata y un billete para París”, rememora.

España se medirá en el grupo B a Estados Unidos, Países Bajos y Australia. “Británicos y estadounidenses son los más fuertes, si cometes errores ante ellos, te van a castigar. En unos Juegos nunca hay que subestimar a nadie y en estos vamos a competir las ocho mejores selecciones del mundo. Lo afrontamos con ganas, tenemos corazón y queremos llevar la bandera española a lo más alto. Hay que salir en cada encuentro como si fuese una final, a llorar sangre si hace falta. El vestuario es ambicioso, pensamos en esa medalla paralímpica, queremos saborear la gloria. Si competimos bien, será difícil que nos ganen. Creemos en nuestro talento, podemos pelear por el oro, soñamos en grande”, concluye Óscar Onrubia, un jugón que siempre lleva una sonrisa en los bolsillos.

ÓSCAR ONRUBIA

Óscar Onrubia González (Barcelona, 2000). Baloncesto. Subcampeón de Europa en 2019 y en 2023 con España. Ganó un oro y un bronce continental, así como un bronce mundial con la selección sub 22. Disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Tozudo, soñador y luchador.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Los cascos para escuchar música.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Escribir, no solo letras de rap, también expresar historias o cuentos.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Volar.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Me encanta el mar, pero le tengo pánico. La película ‘Tiburón’ ha hecho mucho daño -ríe-.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La paella de pollo de mi madre.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A Murcia, allí vive un amigo y cuando quiero desconectar cojo el coche y me paso a verle.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Un kit de supervivencia, a algún un amigo porque la soledad es muy jodida y juegos de mesa para entretenerme.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un águila real.

10.- Una canción y un libro o película.

‘It’s Raining Men’, de The Weather Girls. Una película, ‘Pulp Fiction’.

 

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