Álex Sánchez Palomero, una carrera sobre una montaña rusa de emociones

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La vida y la carrera deportiva de Álex Sánchez Palomero han tenido mucho de tobogán, de montaña rusa. Envuelto por un torrente de emociones encontradas, expectativas, ilusiones, éxitos y desengaños. Siempre se ha rebelado contra las adversidades y en cada caída ha resurgido con más fuerza. En el triatlón pasó del punto cumbre de su trayectoria en 2021 con bronces paralímpico, mundial y europeo a un ejercicio de funambulismo sin red de seguridad sobre el abismo. Una grave lesión le obligó a empezar de cero en el ranking, pero a base de resiliencia, constancia y coraje cambió las tornas al demostrar una vez su potencial para meterse en sus cuartos Juegos. Un grito de liberación, un capítulo más de redención. París es su subidón definitivo.

“Dejé de confiar en mí, me asomé al precipicio y me vi fuera. Lo he pasado muy mal, en un año disputé 13 pruebas y en ocho de ellas pensé en abandonar el deporte. Afortunadamente, he tenido el apoyo de mi familia, de compañeros, de mi entrenador Iván Muñoz y de amigos, y ha sido clave la figura de la psicóloga Manuela Rodríguez, quien tocó la tecla en el momento oportuno. Dejé de mirar los resultados y me centré en el rendimiento diario en los entrenos y en disfrutar. Esta clasificación es de mucha gente que viene empujando”, explica.

Cuando Samuel García, técnico de la selección le llamó para comunicarle que había recibido una invitación para estar en la cita de París, un nudo de sensaciones le subió a la garganta. Su mujer, Marylén, fue quien le enjugó sus lágrimas una vez más. “He llorado mucho. Ella ha sido mi pilar, sin su apoyo y el de mis suegros, que echaban una mano en casa con mis hijos Bruno y Daniel, mis motores, no habría podido viajar tanto para competir. Han sido muchos kilómetros entre Europa, Asia, América y Oceanía para buscar esos puntos que me situaran arriba. Quedé undécimo, fuera de los nueve mejores que entraban directos, pero por mi historial y por la lesión, era de justicia lograr una plaza”, recalca.

Álex Sánchez Palomero disputará en París sus cuartos Juegos Paralímpicos, los segundos como triatleta. Foto: FETRI

A principios de 2022 se rompió el tendón de Aquiles, que añadía nuevas cotas de imposibilidad en su objetivo de llegar a París 2024. Se llevó otro varapalo, el Comité Paralímpico Español le retiró la beca económica y también el seguro médico. “Sé que hice un Mundial malo en 2023, fui undécimo, pero hay un apartado en el Plan Adop para casos especiales, como grandes lesiones, que mantienen la ayuda. Me dijeron que no podía vivir siempre de la medalla que gané en Tokio, que ya tenía cierta edad (37 años) y con posibilidades de sufrir más problemas físicos. Y para colmo, esta temporada la Federación Española de Triatlón no me llevó a las Series Mundiales de Montreal, que era la última puntuable para el ranking, con lo que me estaba jugando. He tenido que remar contra viento y marea”, lamenta.

Para Sánchez Palomero nada es irrealizable. Su camino ha estado salpicado de obstáculos, de una sucesión de momentos gloriosos y de drama, de complicadas situaciones personales, de victorias y derrotas. “Nunca lo he tenido fácil, la suerte me ha dado muchas veces la espalda, pero lo asumo y es lo que hay. Los días malos también se acaban, solo hay que aguantar, cerrar los ojos y tragar saliva. Ya avanzarás”, afirma. Es lo que hizo cuando encajó su primer golpe al perder la movilidad del brazo derecho con 17 años en un accidente de tráfico. “Un hombre mayor cruzaba por dónde no debía y para no atropellarle perdí el control de mi moto y me caí. Desde entonces no tengo flexibilidad ni sensibilidad”, comenta el salmantino, que estaba preparándose para estudiar Arquitectura, aunque su sueño era ser bombero.

Se agarró a la natación, en la que cosechó buenos resultados. “La piscina me convirtió en una persona más fuerte mentalmente. Es un deporte solitario, pasas mucho tiempo contigo mismo, con tus pensamientos más oscuros, y eso a la vez te forja, tratas de dar más, aunque ya no puedas. Eso lo aplico en mi vida, cuando te viene un momento oscuro, una luz dentro de ti aparece para solventarlo”, asegura. Debutó en los Juegos de Pekín 2008 y ganó un bronce en 100 braza: “Fue un premio, me demostré que podía superarme. Solo cuatro años antes estaba en la cama de un hospital pensando en que no tenía opciones de futuro por la discapacidad. Sin embargo, aprendes a relativizar, se cierran puertas, pero se abren otras”.

El salmantino fue bronce paralímpico en Tokio, dos veces campeón de Europa y plata mundial en tres ocasiones.

Los de Londres 2012 fueron un suplicio para él porque le prohibieron nadar con el brazo dentro del bañador, como había hecho anteriormente. “Al llevarlo suelto no rendí y eso me afectó psicológicamente. Dejé de nadar durante seis meses”, añade. Hasta que encontró en el triatlón una nueva motivación para levantarse. Su plan era volver a unos Juegos Paralímpicos y quitarse esa espinita clavada. En menos de una década se ha labrado un palmarés brillante con 29 medallas internacionales, siendo dos veces campeón de Europa y logrando tres platas mundiales. Aunque el metal que más reluce en sus vitrinas es el bronce de Tokio 2020. “En Río de Janeiro 2016 mi categoría, PTS4, no entró en el programa, así que la espera se hizo eterna, pero mereció la pena. Subir al podio en Japón fue inolvidable, una medalla en unos Juegos lo cambia todo”, sostiene.

En 2021 también se colgó un bronce en el Europeo de Valencia y en el Mundial de Abu Dabi. Pero llegó la rotura del tendón de Aquiles. Nueve meses en el dique seco. El contador a cero, otro reto mayúsculo. “Me abstraje del deporte y me centré en la familia. Me puse a currar en la recuperación hasta que volví en 2023”, dice. El panorama no era nada halagüeño, ya que arrancaba en el puesto 24 del ranking. Y con el hándicap de competir con rivales que solo tienen afectación en las piernas. “Mi categoría se está distorsionando, los afectados de brazos estamos en desventaja, World Triathlon lo reconoce tras una reclamación que hicimos, pero no cambiarán nada hasta el siguiente ciclo. Por tanto, es difícil que seamos competitivos. Eso, unido a otros factores, hizo que entrase en un bloqueo mental del que me costó salir”, confiesa.

El punto de inflexión se produjo en mayo de este año en Samarkand (Uzbekistán), donde fue cuarto con una bicicleta prestada ya que la suya se la perdieron en el viaje y sin neopreno, que lo tenía junto al material de ciclismo. En junio ganó en la Copa del Mundo un bronce en Vigo y luego un oro en Taranto (Italia) que le daban opciones de recibir una invitación al finalizar en la posición 11 del ranking. Y lo ha conseguido, disputará sus cuartos Juegos Paralímpicos. “No tengo nada que perder y sí mucho que ganar. Después de todo lo que he pasado me merezco disfrutar. Voy sin presión, aunque eso no significa que no vaya a dar guerra, soy ambicioso y creo que puedo hacer un buen papel, ser cuarto o quinto. Mi intención es dar mi máximo”, subraya.

Ha recuperado su mejor versión para la batalla en la Ciudad de la Luz, donde estará arropado por su gente, un plus de confianza y una bonita forma de cerrar el círculo. “He llegado a mi punto más alto y retirarme en París sería ideal, en un escenario mágico. Solo contemplo seguir uno o dos años más si cambian las cosas en mi categoría y si puedo ir a algunas carreras que me gustan por sus circuitos para despedirme con buen sabor de boca. Ya pondré fecha a mi retirada, ahora solo quiero saborear cada minuto de mis últimos Juegos, que me los he ganado por todo el esfuerzo y el sufrimiento acumulado”, zanja Álex Sánchez Palomero, un deportista con una fuerza arrolladora.

Álex Sánchez Palomero celebra su victoria en la Copa del Mundo de Taranto (Italia) este año. Foto: World Triathlon

ÁLEX SÁNCHEZ PALOMERO

Alejandro Sánchez Palomero (Salamanca, 1986). Triatlón. Como nadador ganó un bronce en los Juegos de Pekín 2008. Como triatleta fue bronce paralímpico en Tokio 2020. Ha sido dos veces campeón de Europa y en tres ocasiones subcampeón del mundo. Cuenta con 29 medallas internacionales en triatlón. En París disputará sus cuartos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Perseverante, luchador y positivo.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Fotos y algunas cosas de mis hijos Bruno y Daniel.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

El tenis, como Joaquín el del Betis -ríe-. No, es broma, no tengo talentos.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Antes diría la velocidad, pero ahora el teletransporte gana más peso.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Miedo a que les pase algo a mis hijos y no pueda hacer nada por ellos.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

Una pizza o unos huevos fritos.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

En casa.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

A mis hijos y a mi mujer.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un tigre.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Thunder’, de Imagine Dragons. Un libro, ‘El hombre en busca de sentido’, de Viktor Frankl. Y película, cualquiera de ‘Star Wars’.

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