Ya venía avisando de su gran progresión en los últimos años deslizándose sobre el manto blanco. El año lo había empezado con un par de platas y un oro en la Copa del Mundo de Veysonnaz (Suiza). Y en su debut mundialista, Audrey Pascual ha demostrado su enorme potencial y talento para llevarse una plata en la prueba de eslalon en categoría sentada en la competición celebrada en Espot (Lérida).
La madrileña, de 18 años, que el pasado jueves no pudo finalizar en gigante debido a una caída cuando estaba firmando unos parciales que le habrían metido en la lucha por las medallas, ha podido resarcirse en esta ocasión al subir al segundo cajón del podio, siendo superada solo por la alemana Anna-Lena Forster. Con la ilusión crepitando en sus ojos con fuerza y con osadía, Audrey domesticó sus nervios y fue superando puertas para terminar la primera manga en segunda posición con un tiempo de 1:04.66.
En la segunda bajada, la española ya sabía que sus dos perseguidoras, la estadounidense Laurise Stephens y la finlandesa Nette Kiviranta, se fueron al suelo antes de cruzar la meta. Salió sin tanta presión y paró el cronómetro en 1:14.62 para amarrar la presea plateada, el mayor éxito internacional para la joven esquiadora que nació con agenesia bilateral de tibias, lo que resultó en la amputación por encima de las rodillas.
Eso nunca fue óbice para disfrutar del deporte. “En mis primeros años pasé mucho tiempo de visita a hospitales, me operaron siete veces, la última cuando cumplí 10 años. El no tener piernas no ha supuesto ninguna barrera para mí, si me propongo algo voy a por ello hasta conseguirlo”, comentó en una entrevista con dxtadaptado.com. Desde los seis meses practica natación y durante un tiempo también hizo hípica. Pero su pasión está en la nieve.
Su romance con el esquí empezó en 2015 siguiendo los pasos de sus primas. “Quería hacer lo mismo que ellas, le dije a mi madre que buscase un lugar donde poder hacerlo y encontró a la Fundación También, que nos dio todas las facilidades para iniciarme en este deporte y que aún me sigue mostrando su apoyo”, explica. Su madre, Laura Seco, ya intuía ese afán por la velocidad cuando Audrey era una niña: “Siempre ha sido un poco loca e inquieta. Nos pedía patinetes para tirarse por las cuestas y con la bicicleta nos decía que quería ir más rápido. El deporte ha sido muy importante para su desarrollo, así que nunca le dije que no a nada, pese a que lo del esquí me parecía arriesgado”.
Hoy, Audrey ha cumplido un sueño y confirma ser una de las nuevas abanderadas del esquí alpino español, que no lograba una medalla en un Mundial desde 2017, cuando Jon Santacana y su guía Miguel Galindo se llevaron tres metales de Tarvisio (Italia). La otra representante española en el campeonato del mundo disputado en la estación catalana ha sido la leonesa María Martín Granizo (16 años), quien se fue al suelo en ambas disciplinas dentro de la categoría para esquiadoras con discapacidad física que compiten de pie.