María Delgado, talento, polivalencia y constancia acuática

La nadadora zaragozana, doble medallista de bronce en Río de Janeiro 2016, llega lanzada a sus segundos Juegos Paralímpicos tras cuajar un buen Europeo en Funchal.

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La nadadora aragonesa María Delgado en la prueba de 100 mariposa. Fuente: CPE

En una caja, dentro de una bolsa y en un cajón de su habitación en la Residencia Blume de Madrid, María Delgado guarda sus tesoros más valiosos: los dos bronces que logró en Río de Janeiro 2016. “De vez en cuando los saco y los miro porque me dan un plus de motivación”, confiesa. En unos días, a sus 23 años disputará en Tokio sus segundos Juegos Paralímpicos. Su enorme talento y polivalencia, unido a su constancia, la convierten en una referente de la natación. Se ve más preparada que nunca para dar guerra en la piscina y luchar por pisar de nuevo el podio.

Coqueteó con el atletismo siendo una niña, “hacía pruebas de velocidad y salto de longitud, pero terminé decantándome por la natación porque en el agua me veía más competitiva y me daba libertad”. A los tres años dio sus primeras brazadas, a los siete entró en una escuela de la ONCE y en un campeonato de España de menores, el seleccionador nacional José Luis Vaquero descubrió su potencial. “Siempre confió en mí, vio que tenía cualidades para llegar lejos y él fue quien me guio hasta aquí. Encajamos a la perfección y me convertí en una deportista exigente, le estoy muy agradecida”, dice.

Tiene toxoplasmosis congénita que le impide la visión total del ojo izquierdo y parcial en el derecho, pero ha superado cualquier adversidad con mucha perseverancia y ganas. “Lo que alguien puede ver a 100 metros, yo lo veo a dos. Los problemas que se me han presentado me los he tomado con filosofía gracias a los valores que me han inculcado mis padres, jamás me sentí especial o diferente. La falta de visión nunca me ha impedido hacer lo que quiero en la vida”, asevera.

Con 16 años recaló en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde compaginó el deporte con sus estudios. “Fue difícil al principio, salí de mi zona de confort y el separarme de mi familia y de mis amigos lo llevé mal, era duro llegar a la habitación y encontrarme sola. Pero al final me adapté, tenía que dar ese paso si quería dar un salto de calidad con miras a Río 2016. El tiempo me dio la razón”, apunta la zaragozana, que tiene como referente a Teresa Perales: “Es una amiga, conectamos desde el primer día, me anima y me apoya, siempre tiene una sonrisa para todos”.

En los Juegos Paralímpicos de Brasil llegó su consagración con dos bronces en 50 libre y en 100 espalda categoría S12. “Fue un sueño hecho realidad, de niña quería llegar a unos Juegos, pero no me planteaba ser medallista, me supieron a oro, fue la mejor experiencia de mi vida”, recuerda. Su progresión ha continuado a un buen ritmo, coleccionando metales internacionales, como el bronce en el Mundial de Londres de 2019, “el más exigente que he disputado”, o la plata en 100 espalda y los bronces en 100 y en 400 libre en el Europeo de Funchal de este año, tras cambiar de entrenador y prepararse bajo la dirección de Santiago Márquez.

“Después de casi seis años con José Luis, al que le debo todo porque él me ha llevado al nivel que tengo hoy en día, sentía que necesitaba un cambio de aires y me ha venido muy bien, me ha dado un punto extra de motivación. Estoy siendo una nadadora polivalente y se ha notado gracias a los entrenamientos, que son radicalmente diferentes a lo que venía haciendo”, comenta. En el campeonato continental de Portugal en mayo ofreció un gran rendimiento con tres preseas, marcas personales y algún récord de España: “Cada vez hay más nivel y las medallas están muy caras, pero da más prestigio al que las consigue. La mejor prueba que nadé fue el 100 espalda, bajando más de un segundo mi mejor tiempo”.

Tras cinco años de arduo trabajo y sesiones espartanas le llega una nueva oportunidad en el mejor escenario posible, los Juegos Paralímpicos. “Durante casi todo este tiempo mi despertador sonaba a las seis de la mañana, iba a clase y después dos horas y media a entrenar. Comía rápido, estudiaba un poco y luego otras tres horas en la piscina. Llegaba a la habitación tan cansada que no podía ni mover un músculo del cuerpo. No ha habido espacio para el ocio, pero merece la pena si luego se ve recompensado con buenos resultados”, sostiene.

La nadadora aragonesa se ve más fuerte y lista para plantar batalla en la capital nipona. “En esta situación de pandemia que nos ha tocado vivir salí más fuerte y reforzada. Estoy con confianza, en Tokio quiero disfrutar cada día, dar lo mejor de mí y superar mis marcas personales, con eso estaría satisfecha, pero también soy ambiciosa y cada vez que me lanzo al agua es para ganar. Mi mayor rival soy yo misma, así que intentaré superarme para llevarme alguna medalla. En el 100 espalda es donde tengo más opciones, es mi prueba favorita, también en 100 libre confío en mis posibilidades. Y luego nadaré 50 y 400 libre. Me dejaré la piel en la piscina porque en mi cabeza está el repetir podio en unos Juegos”, añade.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a María Delgado

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