Baño de plata para Miguel Luque, un valor seguro en la piscina

El nadador barcelonés logra la primera medalla de España en los Juegos Paralímpicos de Tokio tras quedar segundo en los 50 metros braza SB3, prueba en la que ha ganado siempre una presea en seis ediciones.

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Miguel Luque posa con la medalla de plata conseguida en la final de los 50 braza SB3. Fuente: CPE

Pasan los años, sube el nivel y aprietan los rivales más jóvenes, pero Miguel Luque jamás se arredra ni falla, es un valor seguro, un baluarte de la natación paralímpica española. El veterano nadador siempre está preparado para dar dentelladas en la piscina, como ha hecho en el Centro Acuático de Tokio para darle a España la primera medalla en los Juegos Paralímpicos.

Se ha colgado una plata muy trabajada en el 50 braza SB3, su prueba fetiche, en la que ya había cazado cinco preseas anteriormente, una en cada edición que ha disputado: oro en Sídney 2000 y en Atenas 2004, bronce en Pekín 2008 y platas en Londres 2012 y en Río de Janeiro 2016. En total tiene siete, ya que también logró un bronce en relevos en la cita griega. En la capital tokiota no iba a romper la magnífica racha. Tocó corneta desde la salida, fue cuarto durante la mitad del recorrido, protagonizando un duelo muy igualado con el italiano Efrem Morelli y con el japonés Takayuki Suzuki.

Con el ruso Roman Zhdanov inalcanzable -se llevó el oro con 46.49 segundos que suponen nuevo récord mundial-, en los últimos 15 metros el catalán aceleró y desplegó por la calle cinco todo el potencial que lleva dentro para hacer hervir el agua con sus brazadas. Estajanovista del trabajo, estoico y tenaz, tuvo que currarse palmo a palmo la presea tras tocar el panel de cronometraje con un tiempo de 49.08 segundos (48.42 es su mejor marca personal), superando al transalpino Morelli en 24 centésimas.

Sonrisa pueril para festejar su sexta medalla paralímpica, con dedicatoria especial para su hijo. A punto de cumplir 45 primaveras, el deportista de Parets del Vallès (Barcelona) recoge el fruto de cinco duros años de preparación en los que ha tenido que reinventarse cada curso, buscando cobijo en las técnicas más vanguardistas para optimizar su rendimiento, pulir la técnica y arañar décimas al reloj. Todo bajo la supervisión de Joan Serra, que estudia y planifica cada detalle: “Soy su reflejo en el agua, somos una misma figura, remamos en la misma dirección, por eso las cosas van bien”.

“Es la mejor medalla que he sacado en mi carrera deportiva, después de 21 años conseguirla y hacer mi mejor tiempo en unos Juegos significa el trabajo y esfuerzo que he realizado en todos estos años. Estoy en mi mejor momento deportivo, la base principal de estos buenos resultados es tener un buen entrenador, además de la disciplina, la constancia y la tenacidad. Esto es un gran chute de motivación para afrontar los días que me quedan de competición”, ha comentado Luque aún con los brazos cansados, pero el ánimo por las nubes.

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