David Sánchez, el ‘tiburón’ colombino que muerde en la piscina

El onubense, campeón de Europa en 50 mariposa S6 en 2018 y bronce continental esta temporada, acude con ilusión y ambición a Tokio, sus primeros Juegos Paralímpicos.  

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El onubense David Sánchez durante el Mundial de Londres en 2019. Fuente: CPE

Un día en clase a David Sánchez le encargaron un trabajo sobre Xavi Torres, uno de los nadadores más laureados, ganador de 16 medallas paralímpicas. Se empapó sobre su historia visionando vídeos y se vio reflejado en la figura del balear. “Si él que no tiene brazos ni piernas ha alcanzado un gran nivel, ¿por qué yo no?”, se preguntó. Aquella fue la inspiración que necesitó para lanzarse a la piscina y querer llegar a la élite de la natación. En apenas seis años se ha colado entre los mejores del mundo, ha sido campeón de Europa en 50 mariposa S6 y se ha clasificado para los Juegos de Tokio.

En la piscina vuela como una mariposa y muerde como un tiburón, apodo que le puso su entrenador en el Club Onubense de Deportes Adaptados (CODA), Pepe Griñón, cuando vio la velocidad y potencia con la que aquel adolescente se desenvolvía en el agua. El punto clave en su carrera llegó en 2015 en Nerva (Huelva), en su primera competición. Sánchez, que nació sin antebrazos, acaparó los focos al entrar en aquellas instalaciones de la cuenca minera. En la grada, alguna mirada condescendiente e incredulidad. Se enfrentaba a niños sin discapacidad y pese a salir el último ganó el oro en 50 mariposa.

“Varias personas decían que mis padres estaban locos, que cómo iba yo a poder competir si me faltaban los brazos, que me iba a ahogar. La organización del campeonato me había puesto muchas trabas para participar, pero tuvieron que dejarme. Eso me dio más ganas y salí enrabietado, cuando toqué la pared y giré la cabeza vi cómo la mitad del público aplaudía y la otra mitad, la que dudaba y se reía, agachaba la cabeza. Ese fue el impulso definitivo para querer ser nadador”, relata.

Aquello fue el germen de un gran deportista, aunque su idilio con el agua comenzó cuando tenía tres años. “Me costó meterme porque me daba miedo, iba al polideportivo y me quedaba sentado en el bordillo sin mojarme los pies. Hasta que un día mis padres llevaron a mi hermana Nuria, que es dos años menor que yo, y no entré en el agua hasta que la tiraron a ella”, dice riendo. Lo que al principio fueron unas clases terapéuticas para fortalecer la espalda y corregir las desviaciones de columna por la escoliosis que sufría, se acabó convirtiendo en un estilo de vida. “La natación lo es todo para mí, no concibo un día sin poder nadar. El deporte me ha ayudado a conocerme y a afrontar mi discapacidad”, confiesa.

El apoyo de su familia ha sido crucial en su desarrollo, ya que nunca le sobreprotegió. “En casa siempre han tenido un lema: ‘Inténtalo, si no puedes, al menos lo habrás intentado’. Mis padres me decían que, si quería comer, ahí tenía el plato de puchero y la cuchara. Me buscaba la forma para hacerlo y cada día tardaba menos. Siempre echándole ganas y buscando alternativas para conseguir cualquier cosa que me propusiera en mi día a día”, explica el andaluz, que de pequeño practicó fútbol, baloncesto, tenis o pádel. Pero la natación le cautivó y poco a poco fue ganando técnica con cursos de perfeccionamiento en el CODA.

Primeras medallas

Su debut internacional llegó en los IWAS World Games en Vila Real de San Antonio (Portugal) en 2017, con tres oros y una plata. Allí, Xavi Torres, que era el seleccionador español del equipo de promesas paralímpicas AXA, le dio un consejo que le marcó. “Me dio la enhorabuena, pero me comentó que no se me subiera a la cabeza, que era el mismo tío de antes de ganar, que tenía que entrenar como el que más y siempre con los pies en el suelo. Es un referente del que he aprendido mucho tanto dentro como fuera de la piscina. No solo ha sido mi jefe, sino ahora también es compañero porque ha vuelto y es un lujo tenerle al lado”, apunta.

En 2018 en Dublín dio un enorme salto de calidad cuando en su estreno en un Europeo conquistó la presea dorada en su prueba fuerte, el 50 mariposa S6. “Tenía 17 años y ahí exploté, fue increíble, inolvidable, estaba feliz como un niño en el día de Reyes. Sabía que tenía opciones de coger metal, pero nunca imaginé que lograría un oro. Y luego llegó otra sorpresa, el bronce en 200 estilos cuando partía con el noveno mejor tiempo”, recuerda. Fue sexto en el Mundial de Londres 2019 y esta temporada ha vuelto a subir al podio continental con un bronce en Funchal tras experimentar una metamorfosis en su sistema de entrenamientos.

“Este año ha sido bastante duro, hasta febrero no podía entrenar más de una hora y dos o tres días a la semana por problemas de horarios en la piscina e incompatibilidad por estudios -ha terminado el Grado Superior TAFAD-. Me fui al Club Natación Colombino y el cambio ha sido brutal, Alberto Martínez, mi entrenador, consiguió motivarme. Antes nadaba nueve kilómetros a la semana y ahora eso casi lo hago en una sola sesión. En mi prueba estaba en 38 segundos y ya he bajado a 32.62, que es récord de España (le arrebata ese privilegio a Daniel Vidal, que lo tenía desde 2008)”, comenta.

Llega a sus primeros Juegos Paralímpicos dispuesto a dar guerra a los favoritos en 50 mariposa y no descarta dar la campanada y subir al podio. “Estar en Tokio era con lo que soñaba cada noche cuando me iba a la cama. Luchar todos estos años por ello me ha provocado dolores de cabeza, risas, llantos, incertidumbre y mucho esfuerzo. Voy con una ilusión tremenda, es lo máximo a lo que aspira un deportista. Mi objetivo, como mínimo, es quedar entre los cinco mejores, no me vale con entrar en la final y ser último, quiero más y pienso en la medalla. Solo tengo que centrarme en mi carrera, en dejarme la piel en el agua y en tocar la pared lo más rápido posible”, subraya el ‘tiburón’ onubense.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a David Sánchez

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